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31 de enero de 2019

El mundo árabe y América Latina: presencia, relaciones y representaciones

La historia de nuestra América —término predilecto del profesor Saad Chedid— y la historia del mundo árabe —término que Chedid rechazaba porque invitaba a pensar aquella región como lejana e ininteligible[1]— son similares y al mismo tiempo disímiles, contadas por voces dominantes y a la vez por voces subalternas. Las posibilidades de pensar y estudiar a ambas regiones, bien sea por medio de estudios comparados o estudios de caso, son inagotables y abarcan transversalmente varias disciplinas. Sin embargo, ambas regiones, desde su sur periférico, son relegadas en muchos casos por otros estudios regionales, o bien se estudian desde las metrópolis del conocimiento, generalmente anglosajonas. En referencia al estudio académico y a la producción intelectual sobre ambas regiones, más allá del conflicto lingüístico, también existen conflictos de intereses, juegos de poder e, inevitablemente, los resultados de un orientalist approach al momento de observar, enseñar, escribir, estudiar, representar, gobernar y narrar al «otro», principalmente al «Oriente».

Es así como este dosier toma forma y se nutre de contribuciones desde España, Argentina, Perú y Colombia, al igual que de temas que abarcan los campos de la literatura, los medios de comunicación, la política exterior y las relaciones internacionales, la historia y la actualidad, y la lingüística y la teoría crítica. Decidimos utilizar los controversiales y discutibles términos «América Latina» y «mundo árabe» para encabezar este dosier, con el fin de exponer simultáneamente una realidad y plantear una crítica. Es una realidad que estos son los términos prevalecientes en la academia hoy en día para referenciar a ambas regiones, y es también una crítica, ya que en los textos que aparecen a continuación se destaca precisamente aquella necesidad de repensar la forma como concebimos y estudiamos nuestras propias áreas geográficas y aquellas que se nos parecen. Ver desde «América Latina» con un lente crítico el «mundo árabe» nos convoca a replantear narrativas dominantes y sesgadas tanto aquí como allá, y nos ubica en la posición tanto del investigador como la del investigado. Ambos términos, construidos desde el monopolio del conocimiento que justamente los estudios poscoloniales desafían, deben entonces revaluarse orgánicamente con el propósito de que, cuatro décadas después de la publicación de Orientalism, superemos comprensivamente el eurocentrismo de la academia de hace un siglo.

Este dosier es también de coyuntura, puesto que el año 2018 marca dos hitos en la historia de los estudios poscoloniales en los mundos anglosajón e hispano. Como se mencionó anteriormente, en 1978 se publicó la primera edición de la célebre obra Orientalism, del académico palestino-estadounidense Edward W. Said, y en el mismo año en curso, el heredero del pensamiento saidiano en nuestra América, el profesor Saad Chedid, falleció en la Argentina, y dejó una vida dedicada a la intelectualidad y al activismo, una prolífica obra académica, una editorial y una cátedra de estudios palestinos[2] únicas en su tipo, las que gracias a su equipo de trabajo continuarán siendo una guía preferencial y privilegiada para la región y sus académicos.

Es así como en un intento por establecer relaciones, representaciones y presencia entre ambas regiones, Rocío Rojas-Marcos, Rocío Velasco de Castro, Valeria Salgado Marín, Pío García, Leyla Bartet, Carlos Martínez, Martín Matinelli, Gabriel Sivinian y Gladys M. Meyer abordan en sus artículos temas como el orientalismo desde el sur, su impacto y vigencia; el legado de la obra de Edward Said en América Latina y cómo se manifiesta en la región; representaciones de lo árabe en las expresiones culturales y artísticas de América Latina; relaciones históricas, diplomáticas, políticas y comerciales entre América Latina y el mundo árabe; diásporas y minorías árabes en América Latina, y la relación simbiótica entre discurso y poder.

En tales artículos se exponen a continuación cómo ambas regiones se encuentran y desencuentran a lo largo de los siglos, desde el inicio de la colonización del continente americano, en 1492. En este punto vale la pena señalar que a pesar de que ambas regiones han estado en contacto reciente y sistemático debido a la migración masiva de árabes levantinos a las Américas durante las décadas de decadencia del Imperio turco otomano hasta su disolución, y posteriormente a causa de las guerras, neocolonización por intermedio de la figura de mandato, persecuciones y ocupaciones de los países del Medio Oriente —término también controversial—, un primer contacto se hizo en el siglo XV. Cuando Cristóbal Colón planeaba su arribo a las costas indias y su encuentro con la corte islámica del Gran Kan, la decisión de llevar consigo al judío arabizado Luis de Torres como intérprete del árabe parecía sensato y útil. Sin embargo, el eventual suceso de atracar en costas cubanas y hablar árabe con los indígenas nativos (López Baralt, 1992, pp. 9-10) sería, más allá de una anécdota histórica, un indicador de un primer contacto con lo «árabe», que si bien encontró su punto más álgido en el siglo XIX, se inició efectivamente con la llegada de colonos españoles con posibles orígenes árabes, como resultado de los siglos de dominación árabe-islámica en la península ibérica.

Lo «árabe» queda aún por estudiarse, descubrirse, rastrearse, comprenderse y desorientalizarse de nuestros textos académicos, de ficción, y de nuestro vocabulario. Sin embargo, la tarea está mitad hecha: lo «árabe» es ya parte de la cotidianidad de nuestro presente americano y ha quedado narrado. No en vano, el Nobel colombiano Gabriel García Márquez hizo innumerables alusiones a aquellos comerciantes «turcos» (árabes levantinos) que vendían baratijas en la calle de los Turcos, en su ficticio pueblo de Macondo, pero a la vez en sintonía con la realidad de la costa del Caribe colombiano; gran receptora de las más importantes oleadas de inmigrantes palestinos, sirios y libaneses, entre 1880 y 1930 (Fawcett y Posada‐Carbó, 1997). Cerca de la natal Aracataca de Gabo, el filósofo Julio Enrique Blanco (1890-1986) describiría a su Barranquilla como una «ciudad fenicia» (Villadiego, 2017, p. 8), y el célebre escritor y diplomático David Sánchez Juliao (1945-2011) acuñaría el jocoso término de «Lorica Saudita» para describir a su pueblo a orillas del río Sinú, debido a la fuerte presencia de comerciantes árabes (Viloria, 2003, p. 37).

Por otro lado, son de incalculable valor para el canon literario nacional los aportes de escritores colombianos de origen árabe y de renombre nacional e internacional, como por ejemplo Meira Delmar, Jorge García Usta, Giovanni Quessep, Raúl Gómez Jattin, Luis Fayad y Juan Gossaín. Las experiencias transatlánticas de estos inmigrantes y sus descendientes, su negociación de identidades, la memoria heredada, y sus cualidades como intérpretes y traductores culturales con la capacidad de forjar un valioso diálogo entre civilizaciones, están presentes en sus obras literarias; de ahí que estas sean de valioso carácter historiográfico y cultural. Sus memorias, consignadas en textos de ficción, son en su mayoría una de las pocas voces con las que cuenta esta, una de las más grandes migraciones llegadas a Colombia, para expresarse.

A su vez, esto contrasta con la escasa producción científica e incluso con la precaria salvaguarda de su patrimonio material e inmaterial, pues el legado de la migración árabe en Colombia no está debidamente reglamentado con políticas específicas o protegido por la institucionalidad colombiana; aun así, los árabes son reconocidos como grupo de interés por la Dirección de Poblaciones del Ministerio de Cultura. No obstante, la presencia, visibilidad y movilidad de los árabes se comprueban en el paisaje nacional y en las esferas de la vida pública, así como también en el imaginario popular y en la literatura.  

En los artículos de Rojas-Marcos y Velasco de Castro, provenientes del mosaico pluricultural de la España moderna, se formulan preguntas sobre la identidad, el exotismo y la alteridad por intermedio de referentes artísticos y literarios como Rubén Darío y José Martí. Por otro lado, Salgado Marín, Bartet y Martinelli abordan directamente las obras de Said más allá de Orientalismo, la «otredad», la globalización, y la decisiva y concreta influencia del orientalismo, entendido en sus dimensiones (como ciencia, estilo de pensamiento y de dominación) en los medios de comunicación y en las diversas formas de violencia ejercidas sobre Oriente, pero también en Occidente. Carlos Martínez y Gladys Meyer nos brindan dos interesantes estudios de caso específicos y de alto contraste sobre las influencias de comunidades árabes e islámicas y sus prácticas culturales e idiomáticas en el Caribe insular y en la Pampa argentina. Finalmente, Pío García y Gabriel Sivinian nos presentan trabajos de actualidad, especialmente sobre el reciente reconocimiento oficial y tardío al Estado palestino por parte del saliente gobierno colombiano, como si de manera indirecta el legado y compromiso decolonial del profesor Chedid diera frutos silenciosos pero contundentes por nuestra América.

Con fundamento en lo anterior, a lo largo del presente dosier se analizan estas realidades para contribuir así al debate internacional vigente sobre la obra de Edward Said y al naciente campo —especialmente en Colombia— de los estudios árabes, al igual que a comprender el giro de opinión desde la «turcofobia» hacia la «turcofilia» (El Attar, 2013, p. 254), tomando en cuenta el exitoso proceso de integración social, producto del éxito económico y la visibilidad política que lograron los inmigrantes árabes en la segunda mitad del siglo XX en sus hogares diaspóricos de nuestra América.

Así las cosas, esperamos motivar el debate y dejar las puertas abiertas para seguir deconstruyendo y decolonizando el pensamiento, tal como lo hicieron Edward Said y Saad Chedid.

[1] Saad Chedid (1929-2018), profesor argentino de origen libanés, visitó Barranquilla en octubre de 2016 por invitación de la Fundación Encuentro Cultural Colombo-Árabe para participar en el V Encuentro Cultural Colombo-Árabe – IV Árabe-Latinoamericano. En su intervención sobre la colonización en Palestina, expuso su uso de «nuestra América» y su desuso de «mundo árabe».

[2] Una primera edición de la Cátedra de Estudios Palestinos «Edward Said» se realizó en la Universidad Externado de Colombia en junio de 2017, como resultado de la visita de Saad Chedid al país en el 2016. 


 Referencias

Baralt, L. L. (1992). Islam in Spanish literature: from the Middle Ages to the Present. Leiden: Brill.

El Attar, H. (2013). Turcophobia or Turcophilia: Politics of Representing Arabs in Latin America. In E. Alsultany y E. Shohat (eds.). Between the Middle East and the Americas: The Cultural Politics of Diaspora (pp. 252-263). Ann Arbor: University of Michigan Press.

Fawcett, L., & Posada‐Carbó, E. (1997). Arabs and Jews in the Development of the Colombian Caribbean, 1850-1950. Immigrants & Minorities, 16 (1-2), 57-79.

Villadiego, L. C. (2017). Julio Enrique Blanco: filósofo barranquillero. Huellas, 101, 4-15.

Viloria, J. (2003). Lorica, una colonia árabe a orillas del río Sinú. Cuadernos de Historia Económica y Empresarial, 10. Bogotá: Banco de la República.


Odette Yidi David
Magíster en Estudios del Próximo y Medio Oriente
SOAS Universidad de Londres
655877@soas.ac.uk

ZERO IMPRESA EDICIÓN 36
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