Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales



La confrontación entre Rusia y la OTAN

Desde el 24 de febrero de 2022, el día de la invasión rusa al territorio soberano de Ucrania, el presidente Volodímir Zelenski ha estado insistiendo constantemente que su país debe recibir más armas y mayor asistencia militar de la OTAN para combatir a Rusia. En los últimos meses, la Organización […]

Desde el 24 de febrero de 2022, el día de la invasión rusa al territorio soberano de Ucrania, el presidente Volodímir Zelenski ha estado insistiendo constantemente que su país debe recibir más armas y mayor asistencia militar de la OTAN para combatir a Rusia. En los últimos meses, la Organización del Atlántico del Norte ha enviado varias veces millonarias ayudas en armas y ha ofrecido diversas asesorías militares. Además, ha involucrado países de otros partes del mundo, como Colombia –socio global de la organización[1]–. Los Estados Unidos, el líder incondicional de la OTAN, asegura que suministrará apoyo militar a Ucrania “hasta el final”. Al mismo tiempo, en varias ocasiones, la Alianza Atlántica ha declarado que no entrará en la guerra, puesto que el conflicto podrá escalar a un nivel mayor y convertirse en enfrentamiento nuclear.

Rusia atacó a Ucrania bajo el pretexto de que no puede permitir la admisión del país vecino en la OTAN. Para el Estado ruso, esto significa tener una extensa frontera con la mayor organización militar del mundo. La expansión de la Alianza Atlántica en Europa oriental inició a partir de los años 90 del siglo pasado y las tensiones con Rusia no son nuevas. A finales de 2021, el presidente ruso declaró que la entrada de Ucrania en la organización militar significa “cruzar la línea roja”. Desde el territorio ucraniano se podrán desplegar misiles de largo alcance contra Rusia sin que el país tenga suficiente tiempo para defenderse y/o contrarrestar un eventual ataque. Pero, los avances rusos dentro del territorio ucraniano durante la guerra actual han demostrado que hay otro propósito, que marca el desarrollo de la guerra: defender la población prorrusa en Ucrania. Esto se logra combatiendo y expulsando las tropas ucranianas de los territorios orientales y apoyando su independencia y relación de estas con Rusia. Asimismo, la escalada de las tensiones entre la más grande organización militar en el planeta y el poder ruso ha descubierto que no se trata solo de un conflicto local y de la ampliación de la OTAN en el este de Europa. La organización del Atlántico del Norte se ha fortalecido gracias a la guerra provocada por Rusia y está viviendo un verdadero renacer. Sin embargo, justamente este afianzamiento de la OTAN trae varias preguntas: ¿hasta dónde puede llegar la OTAN buscando más poderío y más liderazgo en Europa y en el mundo? Desde los años de postguerra mundial, los países europeos han confiado su seguridad en la Alianza transatlántica; por tal razón, no se ha desarrollado un sistema propio de defensa común lo suficientemente independiente de las decisiones tomadas del aliado mayor, los Estados Unidos.

Inicio de la confrontación

Previamente a la guerra de Ucrania, en el contacto entre la organización atlántica y el Estado ruso (antes, la URSS) ha sido de subidas y bajadas, de mutua desconfianza, de choques, también, acercamientos. Pero nunca se llegó hasta un conflicto bélico directo; tampoco Rusia y la OTAN han tenido una aproximación que genere un entendimiento para evitar la confrontación mutua. Durante la Guerra Fría, el conflicto se libró en el campo ideológico (capitalismo vs. comunismo) y a través de guerras subsidiarias.

La OTAN fue fundada en 1949 por Estados Unidos y sus aliados occidentales como una organización militar de defensa mutua contra la amenaza soviética durante la Guerra Fría. La URSS respondió a la OTAN creando en 1955 el Pacto de Varsovia. Esta organización militar y de mutua ayuda unía seis países de Europa central y oriental con la Unión soviética, pero, a diferencia de la OTAN, dejó de existir. El 1 de julio de 1991, en una reunión en Praga, la URSS aceptó que el pacto expiró y dejó a sus miembros la libertad de decidir su destino político tanto interno como externo. Así, de facto, desapareció el bloque soviético. Seis meses más tarde, la misma Unión Soviética, también, de repente, dejó de existir (25 de diciembre de 1991). Frente a los ojos sorprendidos de Occidente, de los ciudadanos y los mandatarios de todos los países del mundo, finalizó una era y estaba dando paso a un nuevo orden. La Guerra Fría terminó, pero no porque uno de los adversarios ganó la competencia entre los dos bloques o se libró una batalla en el campo militar y alguien la perdió. Simplemente, uno de los dos antagonistas dejó de existir como referencia ideológica contrapuesta; asimismo, ya no era superpotencia mundial, tampoco económica, incluso, disminuyó de territorio. El final de la Guerra Fría en los inicios de los años 90 del siglo XX se parece a un partido de ajedrez cuando uno de los jugadores abandona la mesa antes de cumplir el propósito de la jugada: derrocar al rey del otro con jaque-mate. Entonces, el otro contrincante se proclama como el ganador.

La ampliación de la OTAN

En los años posteriores, la misma Alianza Atlántica (a partir de 1998) abrió sus puertas e invitó a los países del centro y del este de Europa de unirse a ella. De tal forma, se rompió la promesa verbal que había recibido el último líder soviético Gorbachov en 1990 de que la OTAN no se iba a extender más allá de Alemania unificada. Catorce países, casi todos exmiembros del Pacto de Varsovia o de la URSS: Polonia, Lituania, Letonia, Estonia, Hungría, Chequia, Eslovaquia, Rumania, Eslovenia, Croacia, Bulgaria, Montenegro, Macedonia del Norte y Albania ya son miembros plenos de la OTAN. De igual manera, la mayoría forman parte de la Unión Europea o tienen estatuto de candidatos. Para los ciudadanos de estos países, elegir ser parte de la OTAN y la UE es, ante todo, optar por vivir en libertad, democracia y volver a pertenecer a la familia europea de la cual los alejó la bipolaridad de la Guerra Fría. La entrada en la organización militar trajo la ideología de la Alianza Atlántica en esta parte de Europa. Nuevos partidos, formados a partir del año 2000, promueven el objetivo principal de la organización militar: la defensa mutua que permite salvaguardar los países miembros del dominio político, ideológico e imperial de Rusia. Se ha construido y difundido durante las últimas dos décadas una potente propaganda donde Rusia es una tiranía euroasiática incompatible con los valores de la sociedad euroatlántica. La debilidad de la democracia rusa, el enorme poder de la institución presidencial y el capitalismo salvaje que reina en el territorio ruso son convertidos en argumentos que sustentan esta tesis. Por su parte, Rusia no deja de percibir a la OTAN no tanto como el escudo sino como la punta de lanza de la política exterior de los Estados Unidos. El país norteamericano sigue siendo símbolo del imperialismo yankee para Rusia. No importa que el Estado ruso ya no sea comunista, la confrontación heredada y no resuelta de los años de la Guerra Fría trae problemas que han subsistido en el tiempo y han fortalecido el antagonismo actual entre la OTAN y el Estado ruso.

Se puede decir que en Europa oriental el choque de dos modelos de orientación geopolítica –euroatlántica y euroasiática– determinan la manera de percibir Rusia hoy. El conflicto y la guerra de Ucrania, sin duda, son parte esencial de este doloroso proceso de separación de la influencia política, económica y cultural que ejerce Rusia. Además, la memoria histórica de los pueblos vecinos evoca distintas formas de dominio: zarista, comunista y contemporáneo. El caso de Ucrania no se puede limitar solo a las dificultades y la negativa de Rusia de dejar a los ucranianos incorporarse al mundo euroatlántico. Se trata de un Estado diferente de los otros.

La particularidad de Ucrania dentro de la confrontación OTAN – Rusia

Ucrania es un país extenso en comparación con los otros estados europeos. Ha sido un territorio que une Rusia con el resto de Europa, que conecta la misma Europa con Asia; igualmente, el lugar de tránsito para muchos pueblos que vinieron desde el Este asiático y se desplazaron hacia el espacio europeo. El origen común de Ucrania y Rusia los une en el reino ruso medieval, antes de la formación de las identidades nacionales modernas. A partir de la independencia de 1991, Ucrania se convierte en un Estado bastante rico en recursos y productos agrícolas que exporta hacia el exterior. Para Europa y el vecino ruso, Ucrania es pieza clave en la geopolítica energética. Por último, pero no en último lugar, se trata de un Estado multinacional cuyos gobernantes, tanto antes como ahora, no han ofrecido igualdad de oportunidades para todas las nacionalidades, se otorgan privilegios para unas comunidades étnicas, nacionales, lingüísticas y discriminaciones para otras. Durante años, el poder central de Kiev marginaliza parte del territorio nacional. La región de Donbas y otros lugares en el este son habitadas por ciudadanos mayoritariamente prorrusos que, igual que la mayoría de la población de la península de Crimea, sienten fuertes lazos con Rusia. Desde el inicio del conflicto en Ucrania en 2014, estos ciudadanos ven su futuro con el país euroasiático y sienten una desconfianza profunda hacia el resto del país, la capital Kiev, la OTAN y la UE.

Ucrania obtuvo un enorme potencial nuclear que se encontraba en su territorio después de la disolución de la URSS. En el año 1994, el Estado ucraniano no tenía interés de convertirse en potencia atómica y optó por el camino de abandonar esta herencia. Cinco países que poseen armas nucleares: Rusia, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y China, ofrecieron garantizar las fronteras ucranianas en cambio de la renuncia del potencial atómico. Desde febrero de 2022, a partir de la invasión rusa a Ucrania, se han violado las fronteras soberanas por uno de los países que inscribió aquel acuerdo de los años noventa. Pero ninguno de los otros firmantes del acuerdo ha decido defender a Ucrania de forma abierta, señala Javier Solana, Secretario General de la OTAN (1995-1999) y Alto Representante del Consejo para la Política Exterior y la Seguridad común de la UE (1999-2009).

La guerra de Kosovo y el alejamiento de Rusia de la OTAN

La idea de la ampliación de la OTAN en aquellos años 90 no se dio como resultado obvio del fin de la Guerra Fría. Se empezó a promover de repente, a partir de las guerras de la antigua Yugoslavia y provocó objeciones y críticas. George Kennan, el diplomático estadounidense que conoció de cerca la URSS y ayudó a construir la “Política de contención” durante la Guerra Fría, escribió en 1997 lo siguiente:

Expandir la OTAN sería el error más fatídico de la política estadounidense en toda la era posterior a la Guerra Fría. Se puede esperar que tal decisión inflame las tendencias nacionalistas, antioccidentales y militaristas en la opinión rusa; tener un efecto adverso en el desarrollo de la democracia rusa.

La opinión de este gran experto muestra la línea divisoria que separa dos épocas diferentes en las relaciones entre la OTAN y Rusia (la URSS): la primera, cuando se manejan las provocaciones y los altibajos entre los dos bloques estableciendo reglas de coexistencia y seguridad; y la segunda, a partir de la ampliación de la OTAN al este (1998), cuando las tensiones entre la OTAN y Rusia empezaron a escalar dentro del contexto de un sistema mundial que tiende a ser unipolar y cada vez más cuestionado por Rusia.

Sin embargo, durante los años 90, se dio la única gran posibilidad de que Rusia se uniera a la OTAN, revela el historiador Timothy Sayle, autor de la monografía Enduring Alliance: A History of NATO and the Postwar Global Order. (Alianza duradera: una historia de la OTAN y del orden global de posguerra). La desconfianza gana sobre el pulso del acercamiento y aquella posibilidad queda arruinada.

La historia de este acercamiento fallido hasta el día de hoy produce inquietudes y controversias. En el año 1997, se firmó el Acta Fundacional OTAN – Rusia. En aquel momento, el Estado ruso era dirigido por el presidente Boris Yeltsin. Dos años después, la OTAN bombardeó a Yugoslavia sin que hubiera ocurrido una agresión en contra de sus países miembros. La operación es conocida bajo la denominación “Intervención humanitaria”, pero no había recibido la aprobación del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Después de dos meses de intensa presión militar sobre territorio yugoslavo, la OTAN para acercarse al presidente Milosevic y convencerlo a aceptar la paz, solicitó la mediación de Rusia. Se consiguió un acuerdo y se puso fin de las hostilidades. En Kosovo debieron entrar las Fuerzas de Kosovo (KFOR) creadas por la OTAN y aprobadas por la ONU para mantener la paz. Pero los primeros que entraron son los soldados rusos que tomaron el aeropuerto de la capital Pristina. Sucedió una situación de alta tensión: KFOR hizo todo lo posible para que los militares rusos no recibieran más refuerzos desde Rusia. Por su parte, los mandatarios rusos que esperaban participar en la misión en Kosovo y del mantenimiento de la paz en la región, se dieron cuenta de que fueron utilizados únicamente para las negociaciones, pero excluidos de las operaciones posteriores.

Este mismo año, 1999, Vladimir Putin se convirtió en el presidente de Rusia. Durante los siguientes años, la confianza entre la OTAN y el Estado ruso disminuyó cada vez más. Henry Kissinger en su entrevista con Financial Times, de 2022, describió de la siguiente manera la actitud de Rusia con respecto a la OTAN:

Me he reunido con Putin para estudiar los asuntos internacionales aproximadamente una vez al año durante un período de quizás 15 años para discusiones estratégicas puramente académicas. Pensé que sus convicciones básicas eran una especie de fe mística en la historia rusa y que se sintió ofendido, en ese sentido, no por nada de lo que hicimos particularmente al principio, sino por esta enorme brecha que se abrió con Europa y el este. Se sintió ofendido y amenazado porque Rusia estaba amenazada por la absorción de toda esta área en la OTAN.

El empeoramiento de las relaciones entre la OTAN y Rusia, de cual habla Kissinger, llegó a unos de sus puntos más bajos en el año 2008. En la cumbre de la OTAN en Bucarest en aquel año se dio la propuesta de la entrada de Ucrania y Georgia en la organización. Varios países, entre ellos Alemania, se opusieron a esta decisión bajo el pretexto de que el país ucraniano es inestable y no tiene fuerte base democrática. Para el presidente Putin, esta propuesta significó que la OTAN estaba decidida a acercarse a las fronteras de Rusia y amenazar su recuperación como potencia mundial después de la caída de la URSS. El mismo año se produjo la guerra ruso-georgiana que duró solo una semana: el ejército ruso entró y aplastó las fuerzas militares georgianas. Desde este momento, Rusia ve a la ampliación de la OTAN como una amenaza cada vez más inminente que pone en peligro la seguridad del Estado y debe ser prevenida.

          La escalada de la confrontación Rusia – OTAN desde 2014 y durante 2022

 La revuelta de Maidán en la capital ucraniana durante el final de 2013 y al inicio del 2014 provoca el abandono de la presidencia por parte de Viktor Yanukovich bajo la presión de los ciudadanos. Dentro de unos acontecimientos bastantes complejos y contradictorios, empezó un conflicto interno en Ucrania que sigue hasta el día de hoy. Los habitantes de la península Crimea decidieron separarse de Ucrania y unirse a Rusia bajo el apoyo de fuerzas rusas. Dos meses después, inició un conflicto sangriento entre las fuerzas militares ucranianas y las fuerzas independentistas de las dos repúblicas, Donetz y Lugansk, apoyadas por Rusia. El papel de la OTAN en este conflicto ucraniano fue cada vez más decisivo y consistió en entrenar el ejército ucraniano, apoyar militarmente sus acciones en el este del país y ofrecer armamento para renovar las fuerzas ucranianas. Desde 2014, esta ayuda de la alianza ha sido decisiva, pero también ha provocado la respuesta rusa convirtiéndose en una de las causas de la guerra.

          El conflicto entre Rusia y Ucrania entra en una nueva fase a partir de febrero de 2022, cuando se produjo la invasión rusa al Estado ucraniano. Desde este momento, la OTAN y la UE ofrecen enorme apoyo militar al ejército ucraniano. No obstante, esto se convierte en la línea roja que cruza la Alianza Atlántica, porque de esta manera profundiza y prolonga la guerra. Además, esta actitud de la OTAN pone en peligro la seguridad mundial, provocando la escalada del conflicto, esta vez, entre Rusia y la OTAN, dos potencias nucleares, viejos adversarios que de nuevo luchan por el poderío mundial

Desde un enfoque de resolución de conflictos, la forma de bajar la tensión es no seguir ofreciendo armamento pesado y sofisticado, para no fomentar la guerra y no poner en peligro la población civil. Sin embargo, justamente esta es la acción que se desarrolla en estos meses por la Alianza Atlántica con respecto a Ucrania. Según los líderes de la OTAN, la alianza ha logrado fortalecerse cada vez más y la UE es más unida para oponerse a Rusia. No obstante, la responsabilidad de las dos organizaciones se vuelve mayor y no han tardado en escucharse voces críticas dentro de la comunidad internacional. En los días antes de la cumbre de la OTAN prevista para los últimos días de junio de 2022, la opiniones que vienen desde distintos lugares, tanto en Europa, como afuera, afirman que la OTAN y la UE deben dejar de armar al ejército ucraniano, es urgente que se abran vías de diálogo entre las dos partes, las conversaciones multilaterales deben ser iniciadas y dirigidas por las Naciones Unidas y los dos presidentes, Vladimir Putin y Volodímir Zelenski, tienen que sentarse en la mesa y negociar el cese de fuego y el fin de la guerra.

El futuro de la OTAN en Europa depende del final de la guerra de Ucrania. La ampliación de la OTAN con nuevos miembros europeos y la expansión de su influencia en otras partes del mundo marcaría el inicio de una nueva etapa o paradigma que la organización quiere promover: lograr una OTAN global. Sin embargo, esto no significa que de esta manera se podrán solucionar los problemas con las amenazas de la paz y la seguridad, tanto en Europa como en el mundo. La confrontación entre Rusia y la OTAN seguirá drenando la posibilidad de que haya una paz mundial y menos conflictos y guerras.

La Cumbre de la OTAN, que tuvo lugar el 29 y 30 de junio de 2022 en Madrid, España, es la primera cumbre en la cual participan no solo los países miembros, sino también aliados de la organización en Europa y Asia Pacífico.

Los países miembros han tomado la decisión de aprobar un nuevo Concepto estratégico de la organización que define la transformación de la OTAN para los próximos años; además, refuerza la seguridad euroatlántica en respuesta a la agresión de Rusia, así como los tensiones que se presentan con China y el acercamiento entre Rusia y China. La OTAN igualmente ha decidido que va a tomar medidas de disuasión y defensa, ampliando su potencial militar. Finlandia y Suecia serán los nuevos miembros de la Alianza Atlántica, y se refuerza la red de socios globales de la organización. La OTAN va a seguir apoyando a Ucrania brindando asistencia militar, económica y humanitaria[2].

Los analistas de la Cumbre de la OTAN han dividido sus opiniones: una parte considera que la organización militar ha logrado fortalecerse y encontrar nuevos propósitos de existencia y de esta manera asegurar la estabilidad del sistema mundial. No obstante, otros expertos consideran que la Cumbre en Madrid no aboga por la causa de la paz, sino que refuerza las prioridades geoestratégicas de los EE.UU. que consisten en debilitar a China y a Rusia. Una OTAN más fuerte que enfrenta abiertamente sus adversarios hace pensar en una nueva Guerra Fría. Para Europa, según estos analistas, es importante que el nuevo modelo de seguridad del continente sea autónomo, no subordinado a Washington. La escalada de la tensión con Rusia es opuesta al valor fundacional de la paz como condición para la prosperidad compartida en Europa y en el mundo. La presencia de la OTAN en Europa no resuelve los problemas de los países europeos: al revés, profundiza una crisis que se extiende cada vez más a partir de las sanciones que se hicieron a Rusia y su respuesta.


[1] “La OTAN solicitó el apoyo del país sudamericano debido a su reconocida experiencia en el desminado humanitario”, en DW (2022). “Colombia capacitará en desminado a soldados de Ucrania”. 24 de mayo. Recuperado de https://www.dw.com/es/colombia-capacitar%C3%A1-en-desminado-a-soldados-de-ucrania/a-61909898

[2] Ficha informativa de la Cumbre de la OTAN en Madrid, 29-30 de junio de 2022. Recuperado en https://www.whitehouse.gov/briefing-room/statements-releases/2022/06/29/fact-sheet-the-2022-nato-summit-in-madrid/


Referencias

DW (2022). “Enviar armamento pesado a Ucrania es un error” opina el politólogo José Díaz. DW, 6 de mayo. Recuperado en https://www.dw.com/es/enviar-armamento-pesado-a-ucrania-es-un-error-opina-el-polit%C3%B3logo-jos%C3%A9-d%C3%ADaz/av-61722843

Kenan, G. (1997). “A fateful Error”. The New York Times.

Kissinger, H. (2022). “We are now living in a totally new era”, Financial Times. 9 de mayo. Recuperado de https://www.ft.com/content/cd88912d-506a-41d4-b38f-0c37cb7f0e2f

North Atlantic Treaty Organization. Recuperado de https://www.nato.int/

Sayle, T. (2019). Enduring Alliance: A History of NATO and the Postwar Global Order. Cornel University Press.

Seisdedos, Iker (2022). “Estados Unidos anuncia que dará ayuda militar a Ucrania “hasta el final” un mayor compromiso con a otros 20 países”. El País, 23 de mayo. Recuperado de https://elpais.com/internacional/2022-05-23/ee-uu-anuncia-que-dara-ayuda-militar-a-ucrania-hasta-el-final-y-arranca-un-mayor-compromiso-a-otros-20-paises.html

Solana, J. (2022). “La UE debe tener la capacidad de actuar militarmente”. El periódico. Recuperado de https://www.elperiodico.com/es/internacional/20220610/solana-ue-debe-capacidad-actuar-militarmente-13818602


Aneta de la Mar Ikonómova
Docente-investigadora. Coordinadora de la Cátedra Europa,
Universidad Externado de Colombia
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