Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales

Ultimátum
2 de septiembre de 2014

Crowdfunding y oro en Colombia

Son diversos los textos especializados y los artículos de divulgación masiva que informan sobre el desarrollo y los problemas del sector aurífero en Colombia, entre los que se encuentran las malas prácticas frente a temas como medio ambiente o seguridad laboral, así como la misma ilegalidad en la extracción de minerales. Sin embargo, existen propuestas novedosas, como el uso de las plataformas de crowdfunding, que constituyen una alternativa para contribuir al equilibrio costo-beneficio de esta actividad, en principio controvertida.

Hoy, son contados los ejemplos de aquellas compañías auríferas cuyas buenas prácticas redundan de manera genuina tanto en la imagen positiva de la empresa como en el mayor bienestar económico, social y cultural de los afectados.

En términos generales, este texto expone de qué manera nuevas plataformas en línea podrían articularse de manera creativa en la consecución de recursos y financiación de proyectos como una alternativa que propenda a un mayor balance costo-beneficio de los actores involucrados en la empresa aurífera.

En los siguientes párrafos se enumeran, en primer término, los problemas que ameritan mayor atención tanto por parte de los policy makers como de los empresarios, la población vulnerada y la sociedad civil, para contrarrestar los efectos adversos de la extracción de oro en Colombia. En segundo lugar, con un estudio de caso se ejemplifica la evidencia de malas prácticas en este sector. En tercera instancia, a modo de conclusión, se expone el proceso de un caso exitoso. Y por último, como simulación, se hará el ejercicio de proponer de qué manera la herramienta tecnológica del crowdfunding puede significar un valor agregado que logre integrar proactivamente a todos los actores del sector: mineros ilegales, artesanales, compañías y sociedad civil, en agentes de buenas prácticas en una producción sostenible y responsable.

No todo lo que brilla…

Es bien sabido que durante su primer mandato, el presidente Juan Manuel Santos capitalizó el boom productivo del sector minero-energético del país al consignarlo como uno de los agentes más importantes del desarrollo y el crecimiento en su plan de gobierno. Paradójicamente, esta bonanza ha venido acompañada de serios problemas estructurales, institucionales y de política pública, todos cubiertos por la sombra de la ilegalidad.

Para hablar en cifras, de las 57 toneladas producidas anualmente en Colombia, sólo 25 % provienen de empresas legales que cumplen con las reglas de juego establecidas por la normativa vigente, que por cierto adolece también de serios vacíos jurídicos (Centro de Investigación y Educación Popular [Cinep], 2012). Las consecuencias de una explotación indiscriminada e ilegal tienen efectos colaterales hasta ahora insalvables.

El primero es el medioambiental. La minería de oro genera desechos de materiales tan tóxicos como el mercurio y el arsénico. Aun con las tecnologías de explotación más avanzadas y los protocolos ambientales necesarios, se vierten en las corrientes de los ríos entre 50 y 100 toneladas de mercurio anuales. En el caso de la minería ilegal, no sólo se vierte una cantidad mayor de la necesaria para extraer oro, sino que no se tiene el control mediante los mecanismos establecidos en los protocolos medioambientales, y menos el capital social para generar conocimiento y concientización que contribuyan a implementar programas de reforestación y recuperación ambiental.

Por ejemplo, en muchos casos la explotación aurífera se hace en sitios selváticos y de difícil acceso, como el Chocó pluvial, donde se registran actividades de retroexcavadoras que bajan permanentemente por los ríos y cruzan la selva hasta llegar a las zonas cenagosas, vulnerando de manera irreversible su frágil ecosistema.

El segundo frente de gravedad son las pésimas condiciones laborales a las que están expuestas las personas que practican la minería ilegal. Como se dijo antes, aquellos que explotan metales como el oro deben manipular otros de alta toxicidad, como el mercurio. En la mayoría de los casos, los mineros no tienen los implementos de seguridad necesarios para este efecto. Como se enuncia en un minucioso trabajo investigativo auspiciado por la Contraloría General de la República (2011), las condiciones de seguridad son «nulas e incrementan significativamente el riesgo de desastres, resultando en tragedias humanas» (p. 19).

Este círculo vicioso de la ilegalidad, que conduce a abusos indiscriminados en los frentes medioambiental, laboral y social, son el caldo de cultivo perfecto para exacerbar el oportunismo de los grupos al margen de la ley, que, como actores «grises», auspician, financian y capitalizan los devastadores costos de esta modalidad de producción aurífera. Existen ejemplos en regiones del país, como el Bajo Cauca antioqueño, donde la mayor parte de estos grupos ha involucrado de manera directa a los mineros en sus disputas, cobrando vidas y haciéndolos víctimas del conflicto. Hasta esta zona llegaron el EPL, el ELN, las FARC, las AUC y poco después Los Urabeños, Los Rastrojos y Las Águilas Negras. Un minero de la zona le contaba a la revistaSemana que «luego de la fuerte ofensiva contra la coca, desatada durante el gobierno de Álvaro Uribe, muchos voltearon su atención hacia la minería» (Semana.com, 29 de marzo de 2013).

El oro es verde

Sin embargo, dentro de las dinámicas arbitrarias de explotación, la minería artesanal ha captado la atención de distintos actores, incluida la opinión pública. Esta forma de explotación ha logrado visibilidad internacional gracias a instituciones como Oro Verde, creada a partir de «alianzas entre mineros, líderes comunitarios y profesionales jóvenes, quienes querían acabar con la devastación social y ambiental que causaban las malas e irresponsables prácticas mineras en el Chocó» (Oro Verde, 2014).

La articulación de las partes mencionadas ha producido un efecto positivo no sólo en el ámbito de la explotación sostenible sino también en el proceso de afianzar los derechos y los deberes de los pobladores de las diferentes zonas del país sobre el territorio que habitan. Las instituciones que forman parte de Oro Verde también guían y coordinan las actividades de explotación, proveyendo asistencia técnica a los mineros certificados y haciendo seguimiento al cumplimiento de las regulaciones.

Adicionalmente, Oro Verde establece vínculos desde las comunidades locales hacia las comunidades nacional e internacional, abriendo mercados, diseminando información sobre la experiencia, creando alianzas estratégicas y nuevos canales de interacción. Todo lo anterior para lograr una mayor conciencia del público sobre lo que está ocurriendo con la minería artesanal.

No obstante, la producción de oro artesanal no es suficiente para ser significativa en lo referente a la demanda nacional, y ni hablar de la internacional. Los mineros de Oro Verde apenas producen entre seis y siete kilos al año, mientras que Alianza para la Minería Responsable (AMR), una organización mundial que enseña a los mineros a usar responsablemente el mercurio y otros químicos, produce 400 kilos de oro anuales, algo más significativo pero no suficiente para proveedores importantes como las grandes joyerías del país. Según Cristina Echavarría, directora de AMR, «es indispensable encontrar un modelo de producción sostenible, pero con un estándar técnico que permita incluir a más mineros y producir más que Oro Verde» (Morales, 2011).

Ahora bien, los actores que logran suplir esta demanda son las grandes compañías mineras presentes en el país. Nombres como Gran Colombia Gold, Anglo Gold Ashanti, Eco Oro (antes Greystar) y Río Tinto son los encargados de la mayor parte de la producción de oro en Colombia.

Sin embargo, estos actores también son protagonistas de escándalos mediáticos y objeto de la resistencia y la movilización social. Por ejemplo, en 2009 un proyecto de la Gran Colombia Gold en Nariño provocó disturbios sociales porque no hubo consulta previa ni se respetó la voluntad de las comunidades de no aceptar la minería, y por los atropellos cometidos por los trabajadores de la empresa en la mina Mazamorras Gold (Cinep, 2012, p. 16).

En 2011, el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) se movilizó contra la extracción de oro en minas ubicadas en los resguardos de Canoas y Las Mercedes de Caldono (Cauca). Igualmente, se declaró que varias minas en posesión de la Anglo Gold Ashanti obtuvieron permisos en forma irregular y otras de manera ilegal (Cinep, 2012, p. 16). Episodios de este tipo se han vivido en muchos departamentos, como Santander, Tolima y Caldas.

El crowdfunding potencia las audiencias

Ahora, aunque en este artículo proponemos la utilización de las plataformas de crowdfunding como herramienta que podría generar excelentes resultados para todos los involucrados directa o indirectamente en el sector minero, tenemos que dar cuenta de que, en forma paradójica, se ha utilizado para difundir de manera crítica malas prácticas empresariales. Por ejemplo, mediante la producción y divulgación del documental Marmato se relata la historia de un pueblo en el departamento de Caldas, minero desde sus orígenes y nombrado monumento histórico nacional en 1982, que va a desaparecer como parte de un proyecto de una multinacional canadiense (Gran Colombia Gold) para extraer el oro del interior de la montaña donde está ubicado el pueblo. Lo interesante de este documental es que se utiliza la herramienta digital del crowdfunding como alternativa para financiar proyectos por medio de convocatorias realizadas a través de plataformas virtuales, con el dinero de los usuarios interesados en auspiciar dichos proyectos.

El efecto que tendría la difusión masiva de un documental como el de Marmato sería controvertido. Por un lado, a la opinión pública se le vende un país de celuloide, exuberante y con recursos inagotables que producirían crecimiento y desarrollo. Por el otro, se proyecta la historia gris de una Colombia corrupta, presa de las multinacionales, y una población indefensa en manos de los grandes intereses económicos.

Las dimensiones de difusión y visibilidad de este documental son incuestionables. No se puede olvidar que esta herramienta se usa con el fin de «crear, poner en marcha o fortalecer proyectos, a través de aportes económicos de una gran cantidad de personas, usando plataformas online» (#CrowdfundingCol, 2013). Más de 700 millones de personas utilizan sus plataformas y en éstas se mueven cerca de 2.000 millones de dólares anuales (Massolution, 2012). El crowdfunding ha movilizado a millones de usuarios alrededor de causas de interés público, y la velocidad viral con la cual se transmite la información de estas plataformas es difícil de igualar. Este medio de financiación depende de las redes sociales y de internet, por lo cual logra mantener su alto número de miembros, mover capital internacional y apoyar diferentes causas.

En el caso concreto del documental Marmato, se obtuvieron recursos de 200 personas y 100 millones de pesos. Lo vieron más de 2.000 personas en Facebook, Twitter y demás redes sociales a nivel mundial (Grieco, 2014). Y todo esto antes de su estreno.

No obstante, la Gran Colombia Gold, poseedora de la patente de explotación aurífera en Marmato (Caldas), ha hecho ingentes esfuerzos por implementar opciones de formalización y alianzas entre las empresas y los mineros artesanales e informales.

Quien reza

Y se invoca aquí el adagio de que «Quien reza y peca…», ya que esta misma empresa es a su vez ejemplo de buenas prácticas para el caso del municipio de Segovia (Antioquia).

A su arribo, la compañía encontró 195 bocaminas ilegales, mecanismos de explotación rudimentarios y dañinos para el medio ambiente, trabajo y prostitución infantil, uso indiscriminado de explosivos y evasión de pago de regalías. La empresa organizó a los mineros ilegales en cooperativas de trabajo, e hizo contratos de operación con ellas, con la condición de utilizar la planta de procesamiento de la empresa. El resultado es el uso controlado y racional de químicos como el mercurio, al igual que la celebración de más de cuarenta contratos con las cooperativas y cerca de 3.000 millones de pesos en pagos de regalías. A lo anterior se suman la mayor seguridad con la que opera la compañía, así como los beneficios económicos para los trabajadores, expresados en salud y seguridad ocupacional.

Se debe mencionar que instituciones como el Congreso de la República, el Ministerio de Minas y Energía, la Agencia Nacional de Minería (ANM), la Gobernación de Antioquia, la asociación del Sector de la Minería a Gran Escala (SMGE) y la Agencia de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (Onudi) fueron partícipes de la iniciativa (Díaz, 2013, p. 26).

Crowdfunding, herramienta gana-gana

La campaña de crowdfunding apuntaría a financiar la tecnificación de los procesos productivos de la minería artesanal. Además, los mineros como protagonistas podrían crear vínculos con los organismos que los capaciten para formar alianzas en beneficio de todas las partes. De la campaña de crowdfunding tendrían acceso a la red de contactos de cada asociación de mineros.

Esta red de contactos sirve como base de datos para reproducir y multiplicar la información a aquellos interesados en cuestiones tales como el avance de los procesos y los resultados de las iniciativas, aparte de las soluciones a los problemas que enfrentan. Las compañías explotadoras de oro contribuirían a la formación de la nueva generación de mineros artesanales.

La primera sería compartiendo y capacitando a los mineros artesanales en las formas de producción tecnificada que se puedan implementar a menor escala, por ejemplo, en el manejo de materiales tóxicos como el mercurio y el arsénico, o en prácticas de seguridad básicas sobre el terreno y las lecciones aprendidas de su experiencia en el país.

La segunda sería creando alianzas que puedan ser provechosas tanto para los empresarios como para los mineros artesanales. Se podrían crear joint ventures entre las grandes compañías para estimular la producción a mayor escala, pero con la noción de protección ambiental y el vínculo con la comunidad de entidades como Oro Verde y AMH.

La tercera forma sería como patrocinadores financieros de las campañas de crowdfunding de los grupos de minería artesanal. Esto se haría con la figura de un matching fund o fondo de contrapartida, cuya modalidad es que por cada peso que los mineros artesanales reúnan, la empresa o empresas aporten dos. Esto pondría en evidencia la voluntad de invertir en la minería artesanal, el compromiso con las comunidades locales y la visión de futuro compartida en el sector. Todo lo anterior se potencia aún más si las empresas usan sus canales de comunicación para divulgar las campañas de crowdfunding.

La sociedad civil se vería beneficiada al apoyar de manera directa el cambio en uno de los sectores económicos más importantes del país. Al aportar financieramente a la campaña de crowdfunding, están pasando de un papel pasivo a uno activo, generador de desarrollo y crecimiento para Colombia. Además, podría tener acceso de primera mano a información sobre los procesos de los proyectos y hacer accountability social.

Otra forma de ayudar en la campaña es que personas apadrinen el proyecto, difundiendo en redes sociales la estrategia mediática de las campañas de crowdfunding. La experiencia del crowdfunding en Colombia ha mostrado que las personas que no tienen acceso a las redes sociales o no las manejan tienen dificultades para posicionar sus proyectos. El ejemplo de Marmato deja como lección que fue gracias a Mark Grieco cineasta/fotoperiodista y su labor en redes sociales que esta campaña fue exitosa. Si éste hubiese sido organizado por los habitantes de Marmato, sin la ayuda de personas que operan en el frente mediático y de redes sociales, el resultado podría haber sido diferente. Por esto, con la participación de la sociedad civil como padrino de una campaña de crowdfunding se benefician todas las partes.

Una propuesta de este tipo ayudaría a suplir las necesidades expuestas de cada uno de los actores, utilizando la innovación tecnológica como otra de las grandes locomotoras del desarrollo en Colombia, por medio del empoderamiento social a través del universo digital.

Sin embargo, la poca divulgación y difusión que tienen aquellos esfuerzos, al igual que resultados aislados de empresas e instituciones como la Gran Colombia Gold, Oro Verde y AHM, deben difundirse de manera amplia y suficiente para hacer alianzas con otros agentes que aporten ideas novedosas y creativas —como las plataformas del crowdfunding—, y así robustecer estos esfuerzos aislados. Todo con el objeto de fomentar escenarios gana-gana para los actores involucrados, mediante propuestas viables y perdurables.


 

Bibliografía

 

#Crowdfundingcol. (2013, 21 de octubre). Crowdfunding en Colombia. Disponible en https://www.facebook.com/groups/440314732734703/?fref=ts.

Centro de Investigación y Educación Popular (Cinep). (2012). Minería, conflictos sociales y violación a los derechos humanos en Colombia. Bogotá: Cinep.

Contraloría General de la República. (2011). Minería en Colombia. Fundamentos para superar el modelo extractivista. Disponible en http://redjusticiaambientalcolombia.files.wordpress.com/2013/05/mineria-en-colombia-fundamentos-para-superar-el-modelo-extractivista2013.pdf.

Díaz Oramas, A. (2013). Impactos y potencialidades de la minería formal en Colombia. s. l.

Grieco, M. (2014). Marmato. Colombian Mining Documentary Seeks Finishing Funds. Disponible en https://www.kickstarter.com/projects/1352957014/marmato-colombian-mining-documentary-seeks-finishi.

Crowdsourcing.org (2012, mayo). Crowdfunding Industry Report. Market Trends, Composition and Crowdfunding Platforms. Disponible en http://www.crowdfunding.nl/wp-content/uploads/2012/05/92834651-Massolution-abridged-Crowd-Funding-Industry-Report1.pdf.

Morales, L. (2011). Un oro verde en las selvas de Colombia. BBC Mundo Colombia. Disponible en http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2011/08/110812_oro_verde_colombia_aa.shtml.

Oro Verde (2014). Acerca de nosotros. Pioneros de un sueño dorado. Disponible en http://www.greengold-oroverde.org/loved_gold/.

Semana.com. (2013, marzo 29). El minero que va contra la corriente. Disponible en http://www.semana.com/nacion/articulo/el-minero-va-contra-corriente/338158-3.


Juan Martín Ocampo
Egresado de la Facultad de Finanzas,
Gobierno y Relaciones Internacionales
marti@sumame.co
www.sumame.co

Revista Zero Impresa Edición 32
Primer semestre de 2014
ISSN electrónico: 2344-8431 
ISSN impreso: 2344-8431

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