Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales

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13 de agosto de 2015

Carbón y desarrollo en Colombia

La historia de la explotación carbonífera en el país, llena de altibajos e inconsistencias, es mucho más profunda y compleja socialmente de lo que por lo general se plantea. En el presente artículo se hace referencia a esa historia, sin pretender que sea exhaustiva, con la idea de que la apropiación social del carbón en el país y la construcción de significado ayude a preguntarse sobre los asuntos de la política pública minera, su relación con las formas de desarrollo e industrialización, la soberanía energética, las formas de vida de las comunidades mineras de carbón o el impacto social de las transformaciones en las estructuras productivas de la regiones mineras. Un esbozo superficial pero concreto de su corta y álgida historia podría ser útil para incidir en lo que está por venir.

El carbón

El llamado carbón mineral no es un mineral en sentido estricto, sino una roca fósil que contiene la energía solar almacenada en las plantas del periodo carbonífero hace más de 250 millones de años (Gass, 1980, p. 195); la combustión lo transforma de nuevo en calor y su aleación con el hierro (carbones metalúrgicos) permite fabricar los aceros. Su poder calorífico tiene diferentes rangos que hacen variar su precio notablemente[1], con clasificaciones que van desde los lignitos, con alrededor de 6.000 unidades térmicas inglesas por libra (BTU[2]/lb), hasta los valiosos bituminosos[3], que pueden llegar a las 16.000. La calidad térmica más alta reportada[4] en Colombia es la de los carbones de la región de Molagavita (Santander), con 14.161 BTU/lb; los de Cerrejón y el Cesar están arriba de 11.000, en tanto que los de menos calor se reportaron en Aranzazu (Caldas), con 5.400 BTU/lb.

La producción histórica acumulada de Inglaterra en 1850 ya era de 50 Mt[5], y en 1910 su producción anual fue de 290 Mt (Clark & Jacks, 2007), es decir, más de tres veces la producción anual colombiana, que en 2014 fue de 88 Mt[6]. Hay que tener en cuenta que el carbón y el acero fueron la principal base tecnológica de la revolución industrial desde el siglo XVII, el primero como energía para el trabajo mecánico, que por medio de la máquina de vapor alimentó calderas y hornos, salvando de paso los reductos de bosques vivos de Europa, que en ese entonces se usaban como leña. Su potencia, que entonces se midió en caballos de fuerza[7] (horsepower, hp), permitió un enorme incremento de la producción industrial y de la acumulación de capitales. Así mismo, mantuvo caliente a la población en los inviernos, aumentando su índice de supervivencia, ampliando así la disponibilidad de mano de obra, la demanda de alimentos y manufacturas, al igual que la liberación de dióxido de carbono a la atmósfera.

El carbón y la modernización en Colombia

Aunque no hay datos confiables de la producción desde finales del siglo XIX, la UPME[8] reporta una producción nacional de carbón en 1940 de 1,15 millones de toneladas, que básicamente provenían de las minas de Cundinamarca, Boyacá, Antioquia y Valle del Cauca. Su explotación se inició a comienzos del siglo XX, entre otros usos menores, para alimentar las calderas de las primeras locomotoras de vapor, cuyos ferrocarriles habían iniciado construcción en 1850 con el interoceánico de Panamá; luego el de Sabanilla-Barranquilla en 1868, que unió el puerto fluvial del río Magdalena con el marítimo de Puerto Colombia, y el de Antioquia en 1874, que luego en 1929 habría de comunicar a Medellín con el río Magdalena por medio del túnel de La Quiebra, de 3,7 km, el séptimo más largo del mundo en su momento (Mora, 1999).

Así mismo, los primeros buques con calderas de vapor alimentadas con leña y carbón empezaron a navegar por el río Magdalena entre Barranquilla y Honda, en el auge del primer tratado de libre comercio firmado con Inglaterra, en 1825[9]; con ello se remplazó el trabajo de los bogas, que con varas apoyadas en el fondo del río, en un viaje de tres meses, impulsaban río arriba embarcaciones llamadas champanes, muchas veces cargadas con pianos, máquinas, espejos, armas, lozas, textiles de algodón, porcelana, vidrio, seda, lana, libros y esculturas, que como expresiones de la Ilustración europea nos habían empezado a llegar, anacrónicamente, cien años antes que lo hiciera la modernización del transporte.

Más adelante, las primeras fábricas del país, los hornos de sal y las ladrilleras se sirvieron del calor del carbón térmico y metalúrgico, y del hierro hallado inicialmente en Boyacá por el mineralogista alemán Benjamín Wiesner cuando buscaba plomo por encargo de Antonio Nariño, presidente del Estado soberano de Cundinamarca, con la intención de abastecer de munición a los ejércitos patriotas. Luego el carbón se convirtió en combustible y materia prima de las ferrerías de Pacho y La Pradera en Cundinamarca (1858) y de Samacá en Boyacá (1850) (Corradine Angulo, 2011), que produjeron buena parte de las tuberías del acueducto de Bogotá, además de maquinaria agrícola, calderas, lingotes, rieles para el ferrocarril, ollas de cocinar, y rejas para balcones y jardines. También impulsaría la ferrería de Amagá (Antioquia), fundada en 1865, que fabricó herramientas y molinos de pisones para minería de metales preciosos, ruedas Pelton para generadoras eléctricas y despulpadoras de café. Por primera vez el país se entendía con un recurso minero diferente del oro, las esmeraldas, la sal y las arcillas , todos ellos explotados desde épocas precolombinas y que habían representado hasta entonces el 80 % de la economía de la Colonia.

La industrialización del acero y el carbón

El principio de un segundo periodo de la relación entre el carbón y el modelo de desarrollo del país se podría establecer con la creación de la Empresa Siderúrgica Nacional Paz de Río, por medio de la Ley 45 de 1947, promovida por políticas estatales de industrialización e inaugurada por el presidente de la república de ese tiempo, Gustavo Rojas Pinilla, en 1954. Esto ocurría sólo tres años después de que en Europa se firmara el Tratado del Acero y del Carbón[10], que sería el origen de la Unión Europea.

Paz de Río se abasteció de carbón desde sus inicios, entre otras de la mina La Chapa, una de las minas subterráneas más tecnificadas del país en toda su historia, con el método de «tajo largo con derrumbe dirigido» y sostenimiento de túneles con tecnología hidráulica. Los minerales de hierro (limonita y hematita) salían de la mina El Uvo, la cual llegó a tener más de 20 kilómetros de galerías subterráneas y unos 700 metros de profundidad, y a producir 1.500 toneladas de mineral. El transporte de mineral se hacía por vía férrea y dos kilómetros de bandas transportadoras bajo tierra. La empresa abasteció gran parte de la demanda nacional de aceros, e incluso llegó a sustituir importaciones de rieles de vías férreas, estructuras de construcción, láminas industriales y alambre galvanizado para fabricar alambres de púas, con los que en buena medida se delineó gran parte del actual conflicto por la tierra rural del país.

En forma simultánea, las minas de Antioquia, Valle del Cauca, Cundinamarca, Santander y Boyacá, y más recientemente Norte de Santander, siguieron dedicadas a abastecer mercados regionales de mediana industria, con una estructura de pequeños y medianos mineros e intermediarios que controlaban los mercados. Aunque algunas minas lograron un alto nivel de tecnificación, siempre fueron ajenas a los mercados internacionales por las grandes distancias a los puertos y la falta de infraestructura de transporte , excepto los carbones metalúrgicos (materia prima del coque) o las antracitas de alto carbono de Cundinamarca y Boyacá, cuyo valor unitario sopesaba estos costos, y los de Norte de Santander, donde aún en medio de la mayor intensidad del conflicto armado en la región del Catatumbo, compitiendo por la mano de obra con cultivos ilícitos[11] y una infraestructura vial en pésimo estado, el municipio de Sardinata produjo  más de 580.000 toneladas en 2011[12].

Sin embargo, la integración más reciente de estas regiones con la política energética del país continúa siendo limitada. Actualmente sólo se genera el 5 % de la electricidad nacional por medio de tres plantas carboeléctricas: la de Termozipa en Tocancipá (Cundinamarca), que produjo en el año 2013 147 GWh a partir de 462.000 toneladas de carbón, de propiedad de Emgesa S.A.; la segunda, Termopaipa, en el municipio de Paipa (Boyacá), que consumió 966.000 toneladas de carbón en 2013, y Termotasajero (Norte de Santander), que demandó 300.000 toneladas por año.  Esto se hace aún más evidente en el proyecto carboeléctrico del Sinifaná (Antioquia), región que con 87,4 millones de toneladas probadas de carbón lleva más de 20 años en espera de su viabilidad, lo que podría significar mejores condiciones sociales y laborales para una población de mineros tradicionales, mediante su articulación a los beneficios de la política energética nacional.

Colombia en el mercado mundial de la energía

Un tercer periodo del carbón en Colombia se puede establecer a partir de 1983, donde por un lado se inaugura un modelo de participación estatal en la operación minera de carbón a gran escala, Cerrejón, por medio de la empresa comercial e industrial del Estado, Carbocol S.A.[13], en asocio con la multinacional Exxon; y por otra parte, Colombia ingresa como exportador a la economía mundial del carbón.

El modelo que preveía la participación del Estado en las utilidades fracasó, entre otras razones por los bajos precios internacionales frente a las expectativas iniciales y en medio de las políticas de liberalización de la economía. El proyecto incluyó un ferrocarril de 150 km, un puerto de cargue directo, un aeropuerto y una ciudadela para los trabajadores, entre otras obras ligadas a la operación de la mina. La participación del Estado se vendió y Carbocol se liquidó casi 20 años más tarde, en tanto que la empresa se dedicó al manejo exclusivo del régimen de contrato ordinario de concesión,  en el cual a pesar de todo el Estado ha recibido más de US$2.500 millones en regalías, que no se reflejan en el bienestar de las comunidades del departamento de La Guajira. El final del efímero modelo estatal en Cerrejón y la fusión de Ecocarbón con Mineralco en 1997 marcarían la entrada de lleno a un periodo de liberalización en materia de concesión minera, que consideraremos como un cuarto periodo del carbón.

La liberalización contractual de los yacimientos de carbón

Sin embargo, desde 1988 el modelo de concesión para proyectos de gran escala ya se había comenzado a desarrollar con el contrato entre el Estado colombiano y la Drummond para el yacimiento de La Loma, y un año después con el contrato entre el primero y C.I. Prodeco, todavía en el modelo de concesión minera del régimen de área de aporte pero con un esquema netamente privado y sin una previsión importante en infraestructura; este modelo entró a operar sobre las precarias condiciones del ferrocarril del Caribe, manejado por Ferrocarriles del Norte de Colombia S.A. (Fenoco S.A.) entre La Jagua de Ibirico y Santa Marta, y con un puerto marítimo adaptado con barcazas que hacían un cargue indirecto entre los patios de acopio en tierra y los buques carboneros fondeados fuera de la costa. A éstos se fueron sumando otros proyectos, inicialmente de pequeña escala e incluso algunos por sistema subterráneo, adquiridos por compañías multinacionales después que crecieron; finalmente, en 1997 se firmó un segundo contrato de concesión con Drummond para el yacimiento de El Descanso. El anterior esquema produjo 57 millones de toneladas en 2013, y del año 2004 al 2012 el municipio que más regalías obtuvo fue La Jagua de Ibirico, con cerca de $500.000 millones, seguido de Chiriguaná con $399.000 millones y el departamento del Cesar con $1,10 billones en el mismo lapso[14]. El sistema ha evolucionado gradualmente con el mejoramiento del ferrocarril y la construcción de un puerto de cargue directo, pero las regalías no logran cumplir una función estructural dentro del desarrollo socioeconómico de la región, no hay planes de desarrollo específicos ligados a la actividad minera, continúa la corrupción en la administración del recurso, lo que deja la planificación territorial a las dinámicas del mercado.

El nuevo papel del carbón

Se pueden diferenciar dos concepciones históricas en el aprovechamiento del carbón en Colombia: una hacia la generación de energía y acero para el mercado nacional, y otra netamente exportadora para la obtención de regalías.

Los modelos de participación estatal y de libre mercado en la concesión minera pueden significar diferencias en la operación misma de los proyectos, pero no evidencian grandes variaciones en cuanto a su efecto en los desarrollos regionales.

El abordaje sectorial en el análisis minero permite identificar particularidades como las del carbón en cuanto a sus problemas y alternativas de desarrollo, y sobre todo en la construcción de un significado social, fundamental para su apropiación.

Aun cuando los escenarios futuros del país en materia de desarrollo económico –en  particular su infraestructura productiva­– parezcan inciertos, de seguro el carbón desempeñará un papel clave, aun sabiendo el inminente auge y preferencia por acoplar energías renovables, que serán un imperativo en la agenda de la ecología política; con todo, lo relevante por ahora es aprovechar este periodo fortuito de impulso de la explotación minero-energética, donde con el costo-beneficio en lo económico y lo social se logren robustecer otros sectores de la cadena productiva –agro, industria y servicios–, que son los responsables de hacer viable un crecimiento sostenible de la economía, sin depender de las fluctuaciones e incertidumbres que depara el mercado internacional en este frente.


 

Referencias

Gass, I.J., Smith, P.J. & Wilson, R. C. L. (2002). Introducción a las ciencias de la tierra. Barcelona: Editorial Reverte.

Rufino, G. (1921). Monografías de Rufino Gutiérrez. Tomo II, Ferrocarril del Pacífico. Bogotá: Imprenta Nacional de Colombia.

Corradine Angulo, A. (2011). De las ferrerías a la siderurgia. Revista Credencial Historia, N.° 262.

Mora, A. (1999). El túnel de La Quiebra. Revista Credencial Historia, N.° 116.

Duhigg, C. (12 de septiembre de 2009). Toxic waters: Clean Water laws are neglected, at a cost in human suffering. The New York Times. Recuperado de http://www.nytimes.com/2009/09/13/us/13water.html?em.

By Stanley P. Schweinfurth. An Introduction to Coal Quality (2009). U.S. Geological Survey. Reston, Virginia. Recuperado de http://pubs.usgs.gov/pp/1625f/downloads/ChapterC.pdf.

Clark, G. & Jacks, D. (2007). Coal and the Industrial Revolution, 1700-1869 (published online March 26, 2007). http://journals.cambridge.org/action/displayAbstract?fromPage=online&aid=967532&fileId=S1361491606001870.

UPME (s.f.). Producción de carbón, 1940-2013.

http://www.upme.gov.co/generadorconsultas/Consulta_Series.aspx?idModulo=4&tipoSerie=121&grupo=369&Fechainicial=01/01/1984&Fechafinal=31/08/2013.

UPME (2005). La cadena del carbón. Bogotá: Ministerio de Minas y Energía.

[1] http://www.eia.gov.

[2] British Thermal Unit, equivalente a 252 calorías (en promedio, una taza de arroz tiene 230 calorías).

[3] En el diagrama se muestra la clasificación de carbones por rango en Estados Unidos.

[4] UPME (2005). La cadena del carbón..

[5] Gregory Clark & David Jacks (2006). Coal and the Industrial Revolution, 1700-1869. Working Papers, 616.,University of California, Department of Economics.

[6] http://www.upme.gov.co Histucciwwanual de producciupmde carbuc.

[7] Un hp es igual a 2,5 BTU.

[8] Unidad de Planeación Minero Energética del Ministerio de Minas y Energía.

[9] Tratado de amistad, comercio y navegación entre Colombia e Inglaterra, firmado en 1825.

[10] Tratado de la Comunidad Europea, T. C. (1951). Tratado del Carbón y del Acero. Firmado en París.

[11] «Por su parte, el Censo de Cultivos de Coca 2012, de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), mostró que entre 2006 y 2012 los cultivos aumentaron en Norte de Santander en más de un 800 %, y que entre 2010 y 2011 fue el departamento donde más se incrementaron, ocupando el quinto lugar a escala nacional con 3.490 hectáreas cultivadas con coca. El 90 % de estas hectáreas se encuentran en la región del Catatumbo, principalmente en Tibú y Sardinata». http://www.ideaspaz.org/.

[12] Sistema de Información Minero Colombiano (Simco). www.simco.gov.co.

[13] Con una participación del 50 %.

[14] UPME. Distribución de regalías relacionada con carbón.


Jaime Arias
Docente investigador
Área de conflicto y dinámica social del CIDS
Universidad Externado de Colombia
jaime.arias@uexternado.edu.co

Revista Zero Impresa Edición 33
Segundo semestre de 2014
ISSN electrónico: 2344-8431
ISSN impreso: 2344-8431

 

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