El departamento es el cuarto productor de carbón en Colombia, pero la informalidad de su actividad minera no le ha permitido desarrollar todo su potencial. Las principales zonas mineras de Boyacá se encuentran ubicadas en el norte, suroccidente y centro del departamento. La minería de carbón que se desarrolla es […]
El departamento es el cuarto productor de carbón en Colombia, pero la informalidad de su actividad minera no le ha permitido desarrollar todo su potencial.
Las principales zonas mineras de Boyacá se encuentran ubicadas en el norte, suroccidente y centro del departamento. La minería de carbón que se desarrolla es subterránea y se caracteriza por operaciones a pequeña y mediana escala[1]. Según el último censo minero hecho por el Ministerio de Minas y Energía (MME), de las 14.357 unidades de producción minera (UPM) censadas en Colombia, el 18 % están ubicadas en Boyacá (Ministerio de Minas y Energía, Unidad de Planeación Minera, 2012, p. 54), siendo así el departamento con más UPM en el país. Este panorama contrasta con sus bajos niveles de producción, ya que Boyacá es el cuarto productor de carbón con cerca del 3,21 % de la producción nacional (Ministerio de Minas y Energía, Unidad de Planeación Minera, 2012, p. 49), lo que demuestra que las operaciones que se desarrollan actualmente no son las más eficientes. Esta minería a pequeña y mediana escala se realiza con técnicas artesanales y se caracteriza por el uso de pico y pala, o técnicas semimecanizadas con herramientas como martillos neumáticos y compresores.
Hay un alto grado de informalidad, pues según datos del MME, sólo el 50 % de las unidades de producción minera a pequeña escala y el 17 % de las unidades mineras a mediana escala cuentan con un título minero (Ministerio de Minas y Energía, 2013, p. 56). En consecuencia, muchas operaciones mineras no cuentan con la legalidad necesaria para operar ni con los mejores estándares, lo que genera impactos en el medio ambiente, las comunidades y sus colaboradores, además de tener desarrollos poco eficientes y causar daños en los depósitos mineros, así como pérdidas para el Estado por no pagar regalías.
Esta informalidad ha generado que Boyacá sea el departamento con mayor accidentalidad minera del país. Según datos de la Agencia Nacional de Minería (ANM), en el año 2012 se reportaron 122 emergencias en todo el territorio nacional, el 27 % de las cuales se presentaron en Boyacá (Agencia Nacional de Minería, 2012, p. 42), relacionadas principalmente con derrumbes, inhalación de gases y explosiones.
Gracias al trabajo realizado en comunidades mineras, se pudo identificar que la minería del carbón allí es una actividad reciente y una de las alternativas económicas más estables de los hogares, pese a los momentos de crisis de precio y mercado. En muchos casos se encuentran personas con vocación agrícola que migran a la minería, pues ven en ésta una alternativa con ingresos más estables y condiciones básicas necesarias para su desarrollo. Son propietarios de la tierra donde llevan a cabo la actividad, tienen recursos disponibles –principalmente la madera para las operaciones subterráneas– y encuentran la mano de obra en el núcleo del hogar o la familia cercana.
Esto evidencia una tensión entre la situación de informalidad minera y la dependencia socioeconómica de esta actividad en las familias y las comunidades rurales, lo que hace pensar que una solución a través de coacción o procesos de cierre de estas operaciones trae más perjuicios sociales para las comunidades y los titulares mineros. En este punto se destacan la iniciativa de empresas privadas del departamento, la política de formalización minera promovida por el MME y la voluntad del minero por mejorar en su actividad, pues sobre estas condiciones se abren oportunidades para el fortalecimiento de la pequeña minería en Boyacá.
Precio, mercado y fortalecimiento de la minería de carbón
En la actualidad, el sector minero del departamento afronta una crisis por los bajos precios del carbón a escala internacional. Luego de vivir del 2007 al 2009 la llamada «bonanza del carbón», donde se pagaban precios que oscilaban entre US$140 y US$160 por tonelada, en 2015 se están pagando aproximadamente US$45 por tonelada. Los bajos ingresos, sumados a una poca planeación financiera por parte de los pequeños mineros, han ocasionado el cierre de varias operaciones. Según manifiestan los mineros, «la disminución del consumo interno, la poca participación, las posibilidades limitadas en las exportaciones y la limitación al consumo por disposiciones ambientales» (Rodríguez, 2013) son algunas de las causas de la actual crisis que están viviendo.
Sin embargo, existen empresas que dinamizan el desarrollo de la minería y promueven el sector. Las empresas siderúrgicas y termoeléctricas son los principales consumidores del carbón metalúrgico y el carbón térmico que se producen en el norte y suroccidente del departamento, mientras que las empresas dedicadas a la coquización del carbón para exportación son los principales consumidores del carbón que se produce en la zona centro. Esto, sumado a los programas de fortalecimiento a la minería, promovidos por agencias del Estado, ha hecho posible que el sector encuentre alternativas de mercado locales y pueda subsistir, mientras el comportamiento de los precios internacionales mejora. Por su parte, el MME viene realizando programas para la caracterización de la minería informal en algunas zonas y la definición de la estrategia de formalización, con el objetivo de que estos grupos puedan obtener su condición de formalidad y logren acceder en forma directa a los mercados, eliminando los intermediarios.
¿Qué factores han incidido para que la minería del carbón en Boyacá no sea competitiva?
El panorama de la minería del carbón en Boyacá permite identificar algunos de los factores que han incidido en la situación actual de este sector, algunos de los cuales son intrínsecos a la actividad de extracción en esta zona del país.
La minería de carbón es en su mayoría de subsistencia y realizada para el mantenimiento de la economía del hogar por tres personas en promedio, vinculadas generalmente al núcleo familiar. Esta concepción no ha permitido que exista una minería con un enfoque empresarial, con una visión de negocio que logre aprovechar al máximo el potencial que tienen los yacimientos.
Así mismo, existen serias dificultades en materia de infraestructura. Popularmente se dice que el reto en el norte de Boyacá no es producir una tonelada de carbón sino sacarla al mercado, porque las vías están en mal estado. Municipios como Chita, Jericó, Socotá, Sativanorte o Sativasur, por nombrar algunos, se encuentran en zonas donde se accede a las unidades de producción minera por vías sin pavimentar y, en muchos casos, construidas y mantenidas por los mismos mineros. Esta situación hace que los costos de producción se incrementen por la logística que se requiere para sacar una tonelada de carbón a los compradores finales o intermedios. Ejemplo de esto es que en el municipio de Paipa el costo de transporte del carbón por tonelada es de unos $7.000, mientras el costo promedio de transporte de una tonelada de carbón en el municipio de Sativasur es de $25.000.
A ello se suman las tensiones con la población. La apertura de nuevos proyectos mineros de carbón ha generado la oposición de las comunidades, que asumen de manera organizada una posición defensiva en contra de los posibles impactos, sobre todo ambientales, que este tipo de proyectos pueden generar en sus territorios. Hoy en día, el reto de las empresas mineras en Boyacá es mejorar la gestión de los grupos de interés, así como buscar acuerdos que generen valor a mediano y largo plazo en las comunidades, que les permitan obtener y mantener la licencia social para sus operaciones. En la actualidad, tres proyectos mineros a mediana escala no se han podido empezar o han tenido que cerrar sus operaciones, especialmente por problemas y falta de aprobación de las comunidades: el proyecto de carbón promovido por la empresa Hunza Coal en el municipio de Tasco, el proyecto de mineral de hierro promovido por Paz del Río en el mismo municipio y el de la empresa Carboandes en la zona de Rondón.
Por otro lado, la formación promedio de los colaboradores de una operación minera es educación básica primaria. Se estima que el 62 % sólo cuentan con este nivel de formación (Ministerio de Minas y Energía, 2013, p. 65), situación que determina que muchas de las operaciones mineras no tengan las condiciones técnicas para implementar mejores estándares de operación.
Finalmente, la intermediación es uno de los factores que más afectan las utilidades de los pequeños mineros, quienes al no tener acceso directo a los mercados locales o nacionales por la falta de relaciones comerciales o por su condición de informalidad se ven obligados a vender la producción al precio que les ofrezca el intermediario. En la cadena de valor se ha definido que, en la actualidad, los intermediarios son el eslabón más fuerte y el que concentra los mayores beneficios. En el municipio de Paipa, por ejemplo, los intermediarios están pagando aproximadamente $60.000 por tonelada a los pequeños mineros y la venden a los compradores finales a un precio aproximado de $100.000. Esta diferencia entre el precio de compra y de venta es la utilidad que dejan de percibir los pequeños mineros.
Oportunidades para el carbón boyacense
Aunque el escenario parezca poco alentador, existen oportunidades para el mejoramiento del sector carbonero en Boyacá, en particular para la pequeña minería. Una de estas oportunidades son los programas de formalización minera que el MME viene promoviendo en las zonas norte y centro del departamento, los cuales pueden ser una opción para que los pequeños mineros se fortalezcan a través de procesos asociativos, tengan acceso a mercados estables y al sistema financiero. A esto se debe sumar la buena voluntad que mineros y empresas en las zonas han mostrado por sacar adelante estos procesos. Milpa ha tenido experiencias en acuerdos de formalización mediante contratos de operación, Minas Paz del Río viene desarrollando un proceso para la definición de acuerdos, y el Ministerio de Minas y Energía caracterizó la minería informal y definió la estrategia de formalización con el objetivo de implementarla a corto plazo.
Otra de las oportunidades son las iniciativas que las empresas termoeléctricas locales han generado para organizar mejor la compra de carbón, promoviendo y permitiendo el acceso de los pequeños productores a mercados estables, para buscar una distribución equitativa de los beneficios generados en el proceso de compra de carbón. Aunque este proceso ha tenido contradictores, es evidente que ayudó a incrementar la compra de carbón a más productores, en especial a los pequeños.
Posiblemente la mayor oportunidad que se encuentra en el departamento está relacionada con su gente. El minero boyacense es un trabajador dedicado, que se esfuerza al máximo para conseguir el sustento de su hogar, se interesa en buscar mejores alternativas y conocimiento para mejorar su oficio, y está abierto a la orientación y apoyo que se lo faciliten. Es así como algunos mineros en el municipio de Socha hablan de la «agrominería» en sus territorios, que se caracteriza por integrar en sus tierras la actividad tradicional de la agricultura y la ganadería con la minería, buscando un equilibrio.
El departamento en perspectiva
Es así como la situación de la minería de carbón en Boyacá plantea retos interesantes, relacionados principalmente con la informalidad y con el desarrollo de la infraestructura vial, pues representa uno de los costos de producción más elevados; así mismo, la apertura de nuevos mercados en los ámbitos nacional e internacional, y la promoción y el fortalecimiento de los procesos asociativos locales para lograr una mayor capacidad de gestión por parte de los mineros, son factores claves. Se debe buscar, además, la promoción de una cultura que motive ambientes de trabajo más sanos y seguros con el objetivo de reducir a cero las muertes relacionadas con el oficio.
Los retos son muchos, pero el interés y la buena voluntad de los mineros están ahí, y aunque las condiciones no son las mejores en cuanto a mercado y precio, se deben promover procesos que permitan fortalecer la minería de carbón, la cual representa la base de la economía para el 25 % de los municipios de Boyacá, doce de los cuales dependen exclusivamente de los recursos que ésta genera (Rodríguez, 2013).
Referencias
Agencia Nacional de Minería (2012). Informe de gestión. Bogotá: Agencia Nacional de Minería.
Ministerio de Minas y Energía, Unidad de Planeación Minera (2012). Cadena del carbón. Bogotá: Imprenta Nacional de Colombia.
Ministerio de Minas y Energía (2013). Política nacional para la formalización de la minería en Colombia. Bogotá: Ministerio de Minas y Energía.
Rodríguez, H. H (11 de septiembre de 2013). Persiste la crisis en la minería de carbón térmico en Boyacá. Recuperado el 03 de febrero de 2014, de El Tiempo: http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-13057175.
[1] Según el Ministerio de Minas y Energía, «el tamaño de las unidades de producción minera (UPM) se calculó de acuerdo al número de trabajadores, siendo UPM grandes aquellas que cuentan con mas de 70 trabajadores, medianas entre 6 y 70 trabajadores, y pequeñas aquellas que tienen hasta 5 empleados». (Ministerio de Minas y Energía (2013). Política nacional para la formalización de la minería en Colombia. Bogotá: Ministerio de Minas y Energía, p. 54).
Rodolfo Higuera Garzón
Sociólogo
Especialista en responsabilidad social
y desarrollo para el sector minero-energético
Rodolfoh36@gmail.com