Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales

Imagomundi
3 de febrero de 2015

Sri Lanka: territorio y violencia

El conflicto entre el gobierno de Sri Lanka y el grupo rebelde Tigres de Liberación de la Tierra Tamil Eelam (LTTE, por su sigla en inglés) data de 1983 y se ha dado en torno a la búsqueda de un Estado propio para el pueblo tamil residente en Sri Lanka[1]. En consecuencia, para lograr su cometido, «los Tigres Negros[2] operaban en tres formas: combate a la manera tradicional (tierra y mar), ataques guerrilleros y asesinatos o bombas con un blanco preciso. La mayor parte de estos ataques tuvieron objetivos militares en el norte y el este del país» (Gambetta, 2009, p. 71). Estos repertorios de violencia se fueron transformando con el tiempo.

Con base en lo anterior, vale la pena preguntarse lo siguiente: ¿cómo cambiaron los repertorios de violencia de los LTTE, en función de la dinámica de la confrontación, por el dominio territorial en Sri Lanka? Los objetivos de este artículo son analizar las estrategias y lógicas de los LTTE, tanto territoriales como no territoriales, con base en las dinámicas y desarrollo del conflicto; estudiar los repertorios de violencia que usó el grupo rebelde para lograr sus objetivos secesionistas, y determinar el papel que desempeñó la población al apoyar el conflicto.

Entendiendo las bases de la guerra civil

Como lo plantea Kalyvas, las guerras intraestatales, más conocidas como guerras civiles, pueden definirse como «la lucha armada dentro los límites de una entidad soberana reconocida, entre partes sujetas a una autoridad común al inicio de las hostilidades» (2009, p. 197). Así pues, la guerra civil en Sri Lanka podría enmarcarse en la teoría de Kalyvas como una guerra irregular o de guerrillas, en la que hay una clara asimetría entre el Estado y los rebeldes, pues éstos, aunque tienen la capacidad para desafiar al Estado, carecen de la magnitud para confrontarlo de manera directa y frontal (Kalyvas, 2009). Münkler (2005) considera que este tipo de guerras rara vez terminan en una negociación e implementación de compromisos políticos entre las dos partes.

La incompatibilidad territorial hace que este conflicto se pueda catalogar como uno de tipo secesionista (Sarkees, Wayman & Singer, 2003). El grupo insurgente se alejó de la capital, Colombo, y se desplegó hacia el norte y el este del país, específicamente hacia la península de Jaffna y la ciudad de Trincomalee, con lo cual escapó del control gubernamental y estableció dominio sobre dichos territorios periféricos. Todo ello bajo el argumento de que, para la época, el ordenamiento institucional no ofrecía ninguna garantía a la etnia Tamil. Lo anterior suponía que, de tener éxito los LTTE, se consolidaría un Estado autónomo y soberano denominado Tamil Eelam.

Así mismo, Kalyvas (2001, 2006) también plantea que las guerras civiles, como en el caso de Sri Lanka, se caracterizan por un alto grado de violencia, factor que es más relevante en este tipo de conflictos en comparación, por ejemplo, con las guerras entre naciones. Así pues, en las guerras civiles, a diferencia de las guerras entre Estados, la población civil es el objetivo primario, y esto se puede comprobar con la cantidad de muertos dentro del contexto de las guerras civiles contemporáneas (Kalyvas, 2006).

Los repertorios de violencia son las prácticas a las que recurren los actores armados, en medio del conflicto, para lograr sus objetivos. Kalyvas (2006) propone que los repertorios de violencia pueden ser de dos tipos: selectivos, en los que hay un blanco específico y la población civil afectada es mínima, o indiscriminados, en donde es muy alta la cantidad de civiles afectados. Los repertorios de violencia también se dividen en letales y no letales, siendo los primeros aquellos ejecutados con la intención de acabar con la vida de las personas, mientras que los segundos tienen la intención clara de afectar a la población sin causar su muerte. Entre estos repertorios, para el caso de estudio de Sri Lanka, se pueden reconocer las misiones suicidas[3] y el uso de la población civil como escudo[4].

Los LTTE, en cabeza de su grupo especializado en técnicas terroristas, Los Tigres Negros, adoptaron una táctica de guerrilla, con acciones terroristas, y llevaron a cabo innumerables actos de violencia letales, tanto de tipo selectivo como indiscriminado. Los primeros hacen alusión a misiones suicidas[5], secuestros y matanzas a dirigentes políticos y militares en Colombo (ataques al primer ministro de la India, Rajiv Gandhi, en 1991, y al presidente de Sri Lanka Ranasinghe Premadasa, en 1993). Los segundos se evidencian en las masacres, los asesinatos y, sobre todo, la utilización de la población civil como escudo, como respuesta a los ataques del gobierno de Sri Lanka después de 2005.  

Antecedentes del conflicto armado en Sri Lanka

El conflicto en Sri Lanka tiene sus raíces en el período anterior a la independencia de la excolonia inglesa llamada Ceilán, en donde los tamiles (18% de la población total aproximadamente) tenían diferentes privilegios sociales y económicos. Sin embargo, con la independencia, la comunidad cingalesa (74% del total de la población aproximadamente) pasó a controlar el poder y a llevar a cabo una política de cingalización del país, la cual excluía a la minoría tamil (Fisas, 2010, p. 133). Como respuesta a esas acciones discriminatorias y de represión del gobierno, en 1972 fue creado el grupo armado Tigres de Liberación de la Patria Tamil Eelam. En 1983 comenzó una ofensiva armada por parte del grupo armado para obtener un Estado autónomo de las regiones de mayoría tamil de Sri Lanka.

En este sentido, a medida que el conflicto se desarrolló, se fue transformando en una guerra civil que dejaba cada vez más víctimas. Aunque con el paso del tiempo se generaron diversos acuerdos, lejos de concretar el fin del conflicto, éstos se convirtieron en una plataforma para promover la violencia entre las dos partes. En 2008, la ofensiva militar contra este grupo rebelde se intensificó, y en 2009 el gobierno proclamó el fin de esta guerra, que duró 26 años y que acabó con miles de vidas (Paz, 2009).

Entre 1983 y 2005 los objetivos de ataque de los LTTE eran personas con cargos políticos relevantes, infraestructura y fuentes de recursos naturales. Tal patrón obedecía a que sus ataques no tenían como objetivo principal difundir el terror, sino ganar la guerra[6]. Ahora bien, entre 2005 y 2008, con la llegada al poder del presidente Mahinda Rajapaksa en 2006, el inicio de una ofensiva a gran escala por parte del Ejército de Sri Lanka y la inclusión de los LTTE en la lista de grupos terroristas de la Unión Europea se desencadenó una serie de sucesos violentos entre ambas partes, en los que la población civil se convirtió, más que en un objetivo, en un escudo para este grupo. No obstante, estos escenarios de violencia se detuvieron con la participación indirecta del gobierno de los Estados Unidos y la muerte del líder histórico de los LTTE en uno de los combates.

Los repertorios de violencia y su evolución en el tiempo

Un elemento importante dentro de este análisis son los ya mencionados repertorios de violencia usados por los LTTE. Tales repertorios eran selectivos en un principio, puesto que este grupo gozaba del control territorial en el norte y el este de Sri Lanka, a lo que se sumaba el apoyo de los habitantes tamiles de dicho territorio, quienes concebían la lucha insurgente de los LTTE como justa frente a la persecución y discriminación que sufrían por parte del gobierno.

Los LTTE llegaron a controlar en la década de los noventa un 15% del territorio en el norte y el este del país y establecieron allí un Estado paralelo, donde coexistían la minoría tamil, el ejército insurgente, una fuerza policial propia y cortes judiciales compuestas por personas afines con la causa tamil. Dicho grupo insurgente se convirtió en el poder administrativo, judicial y militar de los mencionados territorios, bajo el apoyo de sus habitantes. Este dominio territorial les otorgó a los LTTE la suficiente capacidad para superar la asimetría de poder existente frente al Estado, y les permitió así enfrentar a su enemigo en puntos estratégicos.

Con ocasión de estos acontecimientos, los LTTE usaron tácticas terroristas (como las misiones suicidas) para presionar aún más al gobierno a ceder ante sus intereses secesionistas, para lo cual se enfocaron en blancos puntuales, tanto políticos como militares, y atentaron contra la población (especialmente la de Colombo) que no pertenecía a la minoría tamil. Los repertorios de violencia utilizados de 1996 a 2005 se tornaron cada vez más intensos y letales. Son claros ejemplos de éstos las misiones suicidas contra el Banco Central del país, así como el atentado contra el World Trade Center en Colombo y contra el templo budista más sagrado en Sri Lanka, conocido como el Kandy.

En este periodo del conflicto hubo una polarización endógena, como advierte Kalyvas (2006), pues los tamiles apoyaron a los LTTE y los cingaleses se unieron con el gobierno de Sri Lanka. De esta forma, la población civil asumió un rol preponderante, mediante las denuncias[7], como colaboradora de alguna de las partes.

Sin embargo, con la llegada del nuevo siglo, a mediados de la década pasada, la dinámica del conflicto cambió en la medida en que las fuerzas armadas cingalesas, fortalecidas militarmente, tomaron el control territorial de las zonas tradicionalmente dominadas por los LTTE, como la ciudad de Vakarai (anexo 1). Debido a lo anterior, el grupo insurgente se enfocó en tomar a la población civil como escudo, táctica que causó una gran cantidad de víctimas civiles y erosionó el apoyo de la ciudadanía.

Fuente: Anuario Asia Pacífico. Recuperado de http://www.anuarioasiapacifico.es/mapas/pdf/M3.pdf

Fuente: Anuario Asia Pacífico. Recuperado de http://www.anuarioasiapacifico.es/mapas/pdf/M3.pdf

Esta situación provocó que la comunidad se involucrara directamente en el conflicto y, por lo tanto, una gran parte de población quedó atrapada en el territorio donde se desarrollaban los enfrentamientos entre el Ejército de Sri Lanka y los LTTE. Esto generó una situación de inseguridad en tanto que no había certeza sobre cuál era el bando que podía suministrarle a la comunidad, de manera efectiva, la seguridad.

Sumado a lo anterior, el dominio territorial se tornó difuso, pues el grupo insurgente ya no tenía la capacidad para defenderse y los contraataques del Ejército eran cada vez más fuertes. Esto generó la pérdida de confianza en los LTTE y el resquebrajamiento del apoyo de los tamiles a este grupo, lo cual contribuyó a que el gobierno retomara las zonas mediante una violencia indiscriminada y a que los LTTE se defendieran mediante este mismo mecanismo.

Es importante señalar que este conflicto adquirió una dimensión transnacional, sobre todo debido a las diásporas, no sólo de cingaleses, sino también de tamiles que huyeron a causa de los diferentes ataques. Se sabe que grandes diásporas hacen presencia en Europa, Canadá y Estados Unidos. Por lo tanto, los repertorios de violencia usados en este conflicto y su dinámica no sólo ocasionaron una gran cantidad de muertes de civiles, sino, también un fuerte fenómeno de desplazamiento y refugio, lo cual terminó en la conformación de grandes diásporas alrededor del mundo.

Análisis de los repertorios de violencia

En medio del conflicto en Sri Lanka entre el Estado cingalés y los LTTE se puede reconocer que la dinámica de la confrontación por el dominio territorial incidió en los diferentes repertorios de violencia adoptados por las partes. Éstos, siguiendo la naturaleza secesionista, pasaron de misiones suicidas con blancos específicos, selectivos y letales, a tomar a la población como escudo. Estos actos indiscriminados dejaron como saldo una gran cantidad de civiles muertos, además de desplazados, refugiados y grandes diásporas alrededor del mundo.

Ahora bien, este conflicto también se vio marcado por el cambio del apoyo de la población hacia el accionar del grupo rebelde, influenciado por las pocas garantías, en términos de seguridad, que este actor podía ofrecer a la población. Así pues, cuando los LTTE perdieron el control territorial que habían alcanzado en el primer periodo del conflicto, y comenzaron a recurrir a tácticas terroristas que afectaron directamente a los civiles, la población les retiró su apoyo.

Finalmente, cabe destacar que la relevancia de este trabajo radica en reconocer cómo pueden ir cambiando los repertorios de violencia dependiendo del control territorial que ejercen los actores de un conflicto determinado, con el apoyo, pasivo o activo, de la población.


Referencias

Azeem I. (2004). Conceptualisation of Guerrilla Warfare. Small Wars and Insurgencies, 15 (3), págs. 112-124.

Central Intelligence Agency [CIA]. (s.f.). Guide to the Analysis of Insurgency. Washington D.C.: United States Government.

Fisas, V. (2010). Anuario procesos de paz. Barcelona: Icaria y Escola de Cultura de Pau.

Gambetta, D. (2009). El sentido de las misiones suicidas.México D.F.: Fondo de Cultura Económica [FCE].

Gilbert, P. (1997). Terrorismo y secesión. Teorema, 16 (3), págs. 47-62.

Kaldor, M. (2001). Las nuevas guerras: la violencia organizada en la era global. Barcelona: Tusquets.

Kalyvas, S.N. (2006). The Logic of Violence in Civil War. Cambridge: Cambridge University Press.

Kalyvas, S.N. (2009). El carácter cambiante de las guerras civiles: 1800-2009. Colombia Internacional (70), 193 – 214.

Kaplan, R. (2002). El retorno de la antigüedad: la política de los guerreros. Barcelona: Ediciones B.

Larrain, J. (2003). El concepto de identidad. Revista FAMECOS, (21), págs. 30-42

Metz Steven. (2007). Rethinking Insurgency. Recuperado el 4 de noviembre de 2014, de Strategic Studies Institute:

http://www.strategicstudiesinstitute.army.mil/pdffiles/PUB790.pdf

Münkler, H. (2005). The New Wars. Londres: Polity.

Paz, L. M. (2009). Sri Lanka. Historia de un conflicto. Cultura para la esperanza: instrumento de análisis de la realidad (75), págs. 28-30.

Thaumaturgo, L. (2009). Terrorismo e Crime Organizado.São Paulo Editora Quartier Latin do Brasil.

United Sates Department of the Army. (2006). FM-324/MCWP 3-33.5, C1. Insurgencies and Countering Insurgencies. Recuperado el 4 de noviembre de 2014, de ederation of American Scientists [FAS]:http://fas.org/irp/doddir/army/fm3-24.pdf

Sarkis, M.R., Wayman, F.W. y Singer, J.D. (2003). Inter-State, Intra-State and Extra-States Wars: A Comprehensive Look at their Distribution over Time, 1816-1997. International Studies Quarterly, 47 (1), 49-70.

Villarino, Á. (23 de mayo de 2009). El gobierno de Sri Lanka después de la guerra. Recuperado el 4 de noviembre de 2014, de El Tiempo: http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-5258167

[1] El conflicto armado en Sri Lanka dejó más de 70.000 personas muertas, un gran número de refugiados y cientos de miles de desplazados (Paz, 2009).

[2] Los Tigres Negros son el brazo armado de los LTTE.

[3] Una misión suicida (MS) “consiste en un ataque violento planeado de tal manera que la muerte de los agresores sea estrictamente esencial para el éxito de la acción. Aunque cuando una MS pueda fracasar y los perpetradores morir en ella de todos modos, la situación contraria no es válida: si sobreviven, la MS resulta un fracaso, sin duda” (Gambetta, 2009, p. 12).

[4] Kalyvas (2001, 2006), dentro del análisis de la violencia, plantea que, en los conflictos armados, las interacciones no se limitan a los actores en conflicto, pues dentro de éstos se dan relaciones que involucran a la comunidad. Por lo tanto, en las guerras civiles se gesta una relación triangular entre el Estado, los actores armados y la población civil. Igualmente, Kalyvas (2006) advierte que la violencia indiscriminada contra la población puede ser utilizada por el gobierno «en el contexto de operaciones militares conocidas como campañas de barrido […] que pretenden rodear y liquidar a los insurgentes y socavar la base civil de la insurgencia” (p. 149).

[5] Cabe resaltar que las misiones suicidas también perjudicaron a la población civil. Por ejemplo, la explosión de un camión bomba en Colombo provocó la muerte de más de 200 civiles y 1400 heridos el 31 de enero de 1996. Se buscaba difundir temor en la población, por parte de los LTTE, para ratificar el dominio territorial en las zonas estratégicas y así presionar al gobierno para ceder ante las aspiraciones secesionistas del grupo insurgente.

[6] En 2000, Noruega se unió a la iniciativa de un nuevo acuerdo de paz, el cual implicaba el retorno progresivo del control de ciertos territorios y un alto al fuego bilateral.

7 Kalyvas (2006) advierte que en las guerras civiles estas denuncias pueden estar incentivadas por macromotivos (como el objetivo secesionista) o micromotivos (los resentimientos personales), lo cual puede llegar a provocar un recrudecimiento de la guerra. Así, por ejemplo, «a un joven tamil se le pagó para señalar con el dedo a sospechosos de ser del LTTE, pero, en realidad, estaba usando su poder recién adquirido para desahogarse de toda una vida de rencores” (Kalyvas, 2006, p. 345).

[8] Las cifras de muertos y desplazados que dejó este periodo del conflicto no son claras, pues el gobierno de Sri Lanka impidió «el acceso a la prensa, las organizaciones humanitarias y los observadores internacionales durante toda la fase final del conflicto” (Villarino, 2009).


 

Laura Camila Barrios
laura.barrios@est.uexternado.edu.co

Germán Alberto Romero
german.romero01@est.uexternado.edu.co

Paola Rozo
yineth.rozo@est.uexternado.edu.co

Yurani Silva
yurani.silva@est.uexternado.edu.co

Estudiantes de décimo semestre
Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales

Revista Zero Online
ISSN electrónico: 2344-8431

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