Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales

Columnistas Invitados
22 de octubre de 2015

Sostenibilidad y rentabilidad, el desafío para el comercio al detal: pequeñas acciones, grandes cambios

El comercio es una de las actividades menos contaminantes, la mayoría de impactos ambientales ocurre cuando se producen y se consumen los productos, mas no por esta condición está exento de cumplir con la normatividad medioambiental sino de buscar fórmulas que vayan en beneficio de una mayor conciencia frente al gasto de los insumos que le son propios.

Aunque la conciencia tanto individual como colectiva del impacto que tienen las malas prácticas ambientales en el corto y mediano plazos sobre nuestro entorno y recursos ha  aumentado, aún existen muchos agentes que no alcanzan a medir el impacto de las malas prácticas en términos de responsabilidad social.

Sin embargo, algunas experiencias internacionales han demostrado que sí es posible equilibrar gestión ambiental y rentabilidad y que en Colombia se pueden adoptar estas medidas a los contextos legal y cultural.

Para delimitar esta problemática, se ha analizado el funcionamiento de las cadenas de comercio al detal de alimentos, dado que la dinámica del mercado muestra el consumo considerable en este sector. Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística, DANE, durante los primeros siete meses de 2015, las ventas del comercio minorista en los grandes almacenes ascendieron a $23,8 billones y el crecimiento de éstas sigue obedeciendo principalmente a las líneas de alimentos y bebidas no alcohólicas[1].

El comercio es una de las actividades menos contaminantes, la mayoría de impactos ambientales ocurre cuando se producen y se consumen los productos. Por eso, estos negocios se enfrentan a un doble reto: por una parte, deben asegurar que las operaciones internas sean sostenibles; y, por otra, ser capaces de influenciar a sus proveedores y a sus clientes para que sus prácticas sean igualmente acertadas.

Para Ravi Chaudhry, presidente de Cemex, la falta de responsabilidad empresarial ha dado lugar a un crecimiento sin conciencia e insostenible y a una cultura de consumo excesivo que no tiene en cuenta su repercusión en las generaciones futuras. El desafío para el 2050 es alimentar a nueve mil millones de personas en el mundo, así que las acciones que se ejecuten desde ahora pueden contribuir a que esta meta se cumpla.

A pesar de que aún hay dificultades para generar cambios, algunas empresas se muestran más dispuestas a comunicar sus compromisos sociales y ambientales, ya que divulgar su proactividad les suscita ventajas comerciales. Especialmente en los países de Europa, en donde se lideran, desde diferentes sectores, las iniciativas de desarrollo sostenible. Al respecto, la Corporación Financiera Internacional, miembro del Banco Mundial, ha demostrado que las empresas con estándares sociales y ambientales logran una rentabilidad mayor del 11% (WWF, 2012).

Ahora bien, cuando los problemas ambientales no son considerados por las cadenas de comercio, probablemente éstas necesitan ser presionadas por medio de regulaciones más estrictas; en cambio si el comportamiento es más proactivo, podrían ser necesarias políticas basadas en incentivos. Pero en Colombia, la normatividad es ambigua y los beneficios tributarios son pocos, así que las acciones ambientales no son evidentes ni regulares.

Rentabilidad y sostenibilidad, buenos socios

A pesar de que éste es un país rico en recursos naturales y se han diseñado normas para protegerlos, aún no se han logrado equilibrar los conceptos de rentabilidad y sostenibilidad como sí lo han hecho algunas cadenas de comercio en el mundo. El objetivo sería que los ahorros alcanzados por quienes han implementado acciones de cambio, motivaran a otras compañías para realizar métodos similares.

De acuerdo al Índice de Desarrollo Global del Comercio al detal, este tipo de compañías en Colombia continúan expandiéndose, ahora fuera de los grandes centros urbanos, y la clase media viene fortaleciéndose, por lo que se espera que las ventas de alimentos crezcan un 67% durante los próximos ochos años a partir de 2015 (Kearney, 2014).

Respecto a los consumidores, ellos se han adherido a una mentalidad ecológica y tienen mayor libertad al opinar sobre temas que les inquieta como el ruido y la contaminación visual. Además, dado que los clientes son más conscientes y están mejor informados sobre la salud y la nutrición, sus expectativas son mayores y en los almacenes aumenta la necesidad de saber cómo comunicar estos contenidos.

Por eso, los supermercados no pueden ser sólo lugares donde los productos pasan a ser vendidos sino que sus diseños deben fomentar una experiencia diferente para que el cliente aprenda a consumir de forma saludable. Además, la comercialización de productos frescos y locales representa una ventaja para satisfacer dichas necesidades.

Por esta razón, los productos sostenibles se han multiplicado, pero ha sido tan rápida su evolución y tan compleja la estructuración de ese conocimiento que hay una tendencia entre las cadenas de comercio al detal a alejarse de las ecoetiquetas oficiales y desarrollar sus propias marcas ecológicas (Organic Monitor, 2010).

La exhibición en los estantes de productos de marca propia crearía presión a los otros proveedores. Sin embargo, valdría la pena revisar y definir formal y públicamente términos que han sido mal usados como: fresco, natural, puro, tradicional, original, auténtico, hecho en casa, entre otros. Tal como ocurrió en los países europeos hace algunos años.

Pese a que el comercio ofrece cada vez más productos y servicios “sostenibles”[2], todavía no hay un compromiso ni una posición clara frente al tema. De todos modos, es importante insistir en que existen acciones ambientales que pueden ser rentables en la medida en que se logren bajar los gastos y se generen más ingresos.

Pequeñas acciones, grandes cambios

El agua no es un aspecto relevante para los almacenes, básicamente porque su uso es doméstico y el gasto es minúsculo comparado con los gastos de energía u otros insumos. El consumo de agua depende del número de procesos internos y las unidades sanitarias que tiene cada almacén. Entre más grandes sean las áreas, mayor será el consumo de agua que se utilice para las labores de aseo y limpieza. Por esta razón, resultaría conveniente la instalación y el uso de dispositivos que favorezcan el consumo eficiente de agua como la intervención de los grifos con dispositivos portátiles.

Generación de emisiones

Este es uno de los aspectos ambientales más controversiales a nivel mundial. Constantemente se habla del agujero negro de la capa de ozono causante del cambio climático. Se han encontrado gases que representan una amenaza para la salud y el ambiente y algunos refrigerantes hacen parte de estas Sustancias Agotadoras de Ozono, SAO. En la actualidad, existen sustitutos ambientalmente amigables que, por políticas públicas y la tendencia del mercado, en un futuro cercano (4 años) serán más rentables que los que hoy contaminan. El impacto ambiental también puede verse reflejado en el cierre de las neveras y la renovación de los equipos de refrigeración, bajando así el consumo de los refrigerantes.

Educación ambiental

La educación es un aspecto relevante para las grandes cadenas de comercio al detal y las tareas relacionadas con ella no conllevan un gasto adicional ya que se cuenta con los medios de comunicación. En los mismos almacenes se pueden propiciar experiencias para que sus clientes vean los beneficios de ser un consumidor sostenible, además los trabajadores pueden asesorar al público sobre qué comprar y explicar por qué tiene sentido escoger determinada mercancía. Una acción definitiva sería la de priorizar los temas de carácter ambiental para generar conciencia y mantener los hábitos de sus visitantes.

Generación de otros residuos

Las acciones para reducir los desperdicios y cerrar el ciclo de las materias primas son las de mayor innovación en este sector. Con la reversa de los residuos reciclables que no generan lixivianos como el cartón y el plástico, la comercialización de aceite vegetal usado para biocombustible y la gestión correcta de residuos peligrosos, el gasto se reduciría en este aspecto. Además, si se impusieran con más rigor los comparendos ambientales, la gestión de residuos tendría mayor impacto.

Consumo de otros recursos

La problemática surgida a raíz del uso innecesario de bolsas plásticas no es fácil de abordar. Aunque representa un gasto para las cadenas de supermercados entregar bolsas, tradicionalmente lo hacen para darle un valor agregado a sus clientes. Incluso, en el contexto colombiano, implementar acciones para reducir el uso de las bolsas plásticas no se lee bien, excepto en las cadenas de ahorro máximo y precios bajos. En otros países, donde la cultura ambiental está más consolidada, existen políticas que restringen el uso de bolsas plásticas. Si el gobierno colombiano incentivara la racionalización o la restricción de bolsas plásticas y los clientes renunciaran a este material, el ahorro para las empresas aumentaría.

 Para concluir, uno de los grandes desafíos para las cadenas de comercio al detal de alimentos es incluir el impacto de las acciones ambientales en los indicadores económicos y, a nivel general, cuantificar los servicios y los bienes ambientales. Si el comercio quiere evidenciar ahorros tiene que empezar a medir dichas acciones en sus operaciones internas, de lo contrario resulta difícil apreciar los resultados.

Además, es indispensable abrir un espacio en el que los establecimientos trabajen en asocio con el gobierno, las agremiaciones y demás organizaciones interesadas en proporcionar políticas que limiten los impactos ambientales e impulsen las actividades positivas del comercio.


[1] DANE Encuesta Mensual de Comercio al por Menor y Comercio de Vehículos – EMCM (Julio 2015) Boletín de Prensa.

[2] En Colombia, aún no existe una normatividad robusta sobre el tema, por lo que muchos productos aluden ser sostenibles, pero no lo son. La sostenibilidad hoy en día depende del contexto y normas como el decreto 1369 de 2014 y algunas guías del ICONTEC.


Referencias

Kearney, A. T. (2014). The Global Retail Development Index. Past Reports. Disponible en: http://www.atkearney.com/consumer-products-retail/global-retail-development-index.

Organic Monitor. (2010). “The Future of Organic Products: Brand sor Retailer Private Labels?” Publicado el 9 de noviembre de 2010.

WWF, World Wildlife Fund for Nature. (2012). Living Planet Report 2012. Biodiversity, biocapacity, and better choices. Gland, Suiza: WWF International.


Sandra Viviana Márquez González
Profesional en Ingeniera ambiental
ambiental.marquez@gmail.com

ISSN electrónico: 2344-8431

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