Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales

Liber Abaci
28 de noviembre de 2014

Los precios de los bienes básicos: determinantes de la dinámica de las economías en desarrollo en 2013

A partir de un mapa de crecimiento económico en 2013, su conexión con China y las tendencias registradas en las materias primas, el autor explica los pronósticos y discute los dilemas tanto de las economías desarrolladas como de las que se encuentran en vías de desarrollo.

Ha transcurrido un quinquenio des­de que la crisis hipotecaria postró la dinámica de las economías de­sarrolladas, sin que se vislumbre la recuperación de su papel como mo­tor del crecimiento mundial; por el contrario, las secuelas de esta crisis indujeron nuevos episodios en Oc­cidente, que incluso han puesto en riesgo el proceso de integración europea, cuyos resultados finales son de alta incertidumbre. Esto se manifiesta en las perspectivas que se tienen respecto al crecimiento económico global para el futuro próximo: se estima que la produc­ción mundial en 2013 sólo crecerá un 3,3 % en 2013, mientras que las proyecciones para 2014 indican un crecimiento esperado de 4 %. Al examinar estas estimaciones para las economías avanzadas se encuen­tra que en 2013 sólo crecerán 1,2 y 2,2 % para el año siguiente, mien­tras que las economías emergentes y en desarrollo lo harán en niveles del 5,3 % y 5,7 %, respectivamente1. Se observa, entonces, un desplaza­miento del crecimiento económico mundial hacia las regiones tradicio­nalmente menos dinámicas.

Mapa del crecimiento en 2013

Este crecimiento dispar discrimina el planeta en países y regiones postra­dos en el estancamiento, y la región que concentra esta característica es la Europa mediterránea; Venezuela, Gran Bretaña y Europa del Norte, a su vez, registran niveles de crecimien­to inferiores al 1 %; el crecimien­to esperado para Norteamérica –sin México–, Suecia y Japón será del 1 al 2 %, mientras que la proyección de los crecimientos económicos es superior al 6 %. China, la locomotora del creci­miento mundial, impulsa la dinámica de varios países africanos, de Perú y Paraguay, y de Indonesia, Birmania e Indonesia, entre otros.

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Este cambio en la dinámica económica merece una explicación, que debe encontrarse en la manera como ocurre el efecto de arrastre que la economía china ejerce sobre las nuevas economías con alta dinámica, en un mundo donde las grandes economías se hallan estancadas.

La conexión china

La dinámica de la economía china tiene un favorable efecto de arras­tre sobre las economías dependien­tes de las exportaciones de materias primas, que incrementa la demanda de estos bienes para la atención de sus necesidades de abastecimiento interno, tanto de alimentos como de minerales y energéticos, destinados a su ambicioso plan de inversiones en infraestructura.

Otros hechos contribuyen mar­ginalmente a la tendencia al alza en los precios de los bienes básicos.

Para ilustrar el impacto de la eco­nomía china sobre el mercado de los bienes básicos, basta observar el consistente incremento de la partici­pación relativa de esta economía en el segmento de los metales, donde se evidencia que los chinos consu­mieron aproximadamente el 45 % de la producción mundial en 2012, frente a una participación del orden de 12,5 % al iniciar el siglo XXI.

La demanda creciente de bie­nes básicos se tradujo en niveles de precios elevados para mercancías tradicionalmente caracterizadas por el deterioro de sus precios relativos a los de los bienes terminados. De esta manera, las economías especia­lizadas en la extracción y producción de materias primas, síntoma de una economía en desarrollo, modifican la estructura tradicional de sus ba­lances con el resto del planeta y se convierten en acumuladores de aho­rro financiero externo.

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Precios de las materias primas

Desde comienzos de la década de los dos mil se observa la tendencia de crecimiento en los precios de los bie­nes básicos, sólo interrumpida por los episodios de la crisis mundial del 2008-2009.

En los últimos doce meses, el índice de precios de bienes del FMI muestra una reducción del 9 %, que obedece a debilidades de la deman­da global y a incertidumbres asocia­das al desempeño futuro de la eco­nomía mundial.

No obstante, los precios se man­tienen por encima de sus promedios históricos y frente al nivel más bajo, evidenciado en junio de 2012, regis­tran una recuperación del 12 %. Res­tricciones en la oferta y señales de reactivación localizada en la deman­da explican este repunte.

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Choques restrictivos de la ofer­ta, expresión de la inestabilidad cli­mática mundial, son responsables del incremento reciente en el precio de los cereales.

El precio de los energéticos ha actuado en consonancia con el aumento de cuotas de la Opep y la reactivación de la economía esta­dounidense, pues aunque los inven­tarios permanecen altos en la ma­yoría de los mercados se presentan excesos de oferta.

A pesar de cambios relativos tan fuertes como los observados en el último año, la volatilidad de estos precios se ha reducido como efecto de las mejoras relativas en las con­diciones financieras y en la disminu­ción de los riesgos globales.

Pronósticos

A corto plazo se percibe, desde la información de los mercados de fu­turos, una tendencia a la baja de los precios de los bienes básicos, inclui­do el petróleo, estimada en el 2 % para el año completo de 2013. Esto como consecuencia de la respuesta de la demanda.

Los alimentos, por su parte, muestran pronósticos declinantes en sus precios en el supuesto de condiciones climáticas normales y mejoras en las cosechas. Sin embar­go, se pronostican desbalances de la producción respecto al consumo en algunos cereales.

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Se pronostica que el precio de los metales no preciosos tendrá alta volatilidad, como se observa para el cobre, el más representativo de este segmento por su función conductora de electricidad, que lo hace necesario en un amplio espectro de aplicaciones industriales y de infraestructura.

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Perspectivas de las economías en desarrollo

A partir de dichos pronósticos es fá­cil inferir que estos años son de bo­nanzas externas para los países en desarrollo, pero lo que se sabe no es garantía de un proceso sostenido de transformación económica. La ges­tión de bonanzas externas induce fenómenos indeseados que ponen en contradicción los objetivos de desarrollo a largo plazo con los propó­sitos de estabilización a corto plazo. No es posible un futuro promisorio construido sobre distorsiones pro­ducidas por factores externos inestables, como tampoco es factible constreñir las expansiones de gasto orientado a solucionar necesidades postergadas.

En ese difícil dilema se encuen­tran las economías dependientes de las locomotoras de las exportacio­nes de bienes básicos, que disfrutan de precios internacionales favora­bles. Un examen detallado de la gestión económica que se haga en estos países permitirá identificar los ca­minos adecuados para sembrar las bonanzas externas de este tipo.

Camilo Romero
Docente-investigador
Facultad de Finanzas, Gobierno
y Relaciones Internacionales
camilo.romero@uexternado.edu.co
Universidad Externado de Colombia

Revista Zero Impresa Edición 30
Primer semestre de 2014
ISSN electrónico: 2344-8431
ISSN impreso: 2344-8431

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