Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales

Imagomundi
2 de febrero de 2015

Minas antipersonas en conflictos intraestatales: Colombia y Camboya

Casi una tercera parte de los países del mundo está de algún

modo contaminada por minas terrestres y municiones sin detonar

Centro de Información de las Naciones Unidas

La dimensión crítica del problema de las minas antipersonas

Según información del Landmine Monitor [1](2013), en 2012 se reportaron 3628 víctimas por minas antipersonas[2] en el mundo, en contraste con 4474 reportadas en el 2011, lo cual corresponde a una disminución de 19% en 12 meses (Dirección para la Acción Integral contra Minas Antipersonal [PAICMA], 2014). No obstante, las cifras siguen siendo muy altas, teniendo en cuenta que existe una asimetría de información a la hora de realizar los cálculos, especialmente porque la mayoría de países que presentan este problema en su territorio están iniciando la etapa de superación total o parcial de los conflictos armados, se encuentran en el posconflicto o siguen sumergidos en la guerra, por lo que no cuentan con la estructura apropiada de conteo y muchas de sus víctimas nunca fueron atendidas apropiadamente.

El tema cobra especial relevancia al tener en cuenta que las minas antipersonas no son sólo un problema por su despliegue en tiempos de guerra, sino por su permanente actividad y por la dificultad de hallarlas en momentos de posconflicto. Además, los países en vías de desarrollo son los más afectados, especialmente mujeres y niños que habitan zonas rurales. De esta manera, las minas antipersonas son un problema aún más delicado porque no discriminan entre género o edad.

En este contexto, cabe preguntarse lo siguiente: ¿son las minas antipersonas repertorios de violencia ofensivos, defensivos o mixtos? Antes de responder, es pertinente aclarar que un repertorio de violencia ofensivo es entendido como “las estrategias que buscan obtener una ventaja competitiva, mediante actuaciones agresivas contra sus rivales, como forma de aprovecharse de una situación ventajosa, antes que los rivales puedan establecer acciones defensivas” (Navas & Guerras, 1996). Por su parte, los repertorios de violencia defensivos son “aquellas estrategias que intentan bajar la probabilidad de ataque del grupo rival así como disminuir su intensidad” (Navas & Guerras, 1996). Finalmente, el repertorio de violencia mixto es aquella estrategia que tiene dentro de sus objetivos atacar para obtener una ventaja competitiva.

Camboya y Colombia: territorios minados

De acuerdo con el reporte de Landmine Monitor (2013), Colombia continúa siendo uno de los países más afectados por minas antipersonas en el mundo, junto a Afganistán y Pakistán. Entre 1990 y enero de 2013, se registraron un total de 25.243 eventos con minas y municiones sin explotar (Rey & Pineda, 2013). Uno de los municipios que más víctimas ha tenido en Colombia es Tumaco (Nariño), donde, entre 2000 y 2012 se reportaron 95 víctimas (IMSA & PAICMA, 2014). La magnitud del problema en el territorio nacional es de tal proporción que Colombia solicitó prolongar en 10 años[3] el plazo establecido por la Convención de Ottawa[4] para hacer efectiva la remoción de estos artefactos, que continúan causando víctimas entre combatientes y no combatientes.

Por su parte, de acuerdo con el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), Camboya es uno de los países con mayores problemas en este ámbito. Durante más de 30 años se sembraron alrededor de 9 millones de minas en el país, cuya población es de 8 millones de habitantes. Aunque en la actualidad el minado se ha reducido, en comparación con la década de los noventa, aún persiste la existencia de minas sin detonar y sembradas recientemente, distribuidas en más de 2000 campos, equivalentes al 2% del territorio nacional. Lo anterior constituye un problema crítico para los habitantes del país, pues más del 80% laboran en áreas rurales, donde hay más probabilidad de encontrar minas activas.

Camboya y Colombia: referentes históricos

El conflicto en Camboya, ocurrido entre 1967 y 1991, tiene sus raíces en las guerras de descolonización de la Indochina, después de la Segunda Guerra Mundial. Desde 1967 hasta 1975, el gobierno prooccidental camboyano, comandado por el general Lol Nol, combatió el ascenso de un pequeño grupo guerrillero comunista (constituido al final de la guerra de Vietnam) denominado Khmer Rouges. Aunque a finales de los años sesenta los Khmer Rouges contaban con 5000 soldados, antes de 1975 llegaron a los 70.000.

En 1975 cayó el gobierno de Lol Nol en manos de la guerrilla comunista. Entonces los Khmer Rouges desataron un gobierno opresor de corte comunista e hicieron que Vietnam interviniera militarmente en el país en 1979. Desde ese año hasta 1991 las partes del conflicto desataron una de las luchas armadas más cruentas del sur de Asia, debido a la utilización de minas antipersonas como armas de guerra. De acuerdo con la ONG Halo Trust, en la década de los ochenta se plantaron más de 64.000 minas, las cuales dejaron alrededor de 25.000 camboyanos mutilados.

Por su parte, en Colombia, se han presentado 10.721 víctimas por minas antipersonas desde 1990 hasta abril de 2014 (PAICMA, 2014). Los departamentos más afectados han sido Antioquia, Nariño, Caquetá y Norte de Santander. El problema de las minas en el país tiene tres etapas. La primera tuvo lugar después de 1999, cuando los departamentos del Meta, Caquetá y Putumayo se convirtieron en los principales objetivos militares del Estado en la lucha contra la droga y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), bajo el Plan Colombia, por lo que los grupos subversivos, especialmente las FARC, se replegaron desde los municipios del centro del país hacia aquellos ubicados en la periferia, en busca de refugio. La segunda etapa tuvo que ver con la llegada del Bloque Libertadores Sur (BLS) al departamento de Nariño, bajo una oleada de violencia, por las confrontaciones entre actores armados. Finalmente, la tercera etapa se dio a partir de 2009 con la puesta en marcha del Plan Renacer de las FARC, por medio del cual se asentaron en lugares estratégicos de la periferia del país.

Como se observa en el anexo 2, existen diferencias notorias entre la evolución de la problemática a nivel municipal y nacional. Mientras que a nivel nacional el número de víctimas por minas antipersonas alcanzó su nivel más alto en 2006 y desde entonces mantuvo una tendencia descendente (en Tumaco se presentó el mayor pico en 2011).

Localización y funcionalidad de las minas antipersonas

En 1979, tras la caída del gobierno de los Khmer Rouges, las fuerzas prooccidentales emplearon las minas antipersonas con propósitos defensivos, es decir, para proteger el territorio que controlaban y evitar la avanzada de la contraparte; la guerrilla, en cambio, utilizó las minas ofensivamente para “contaminar” el suelo de las bases enemigas, lo que quiere decir que, a diferencia de las fuerzas prooccidentales, el grupo insurgente buscó atacar al enemigo con este mecanismo. El saldo total de personas mutiladas desde 1979 hasta 1991, de acuerdo con datos del Comité Internacional de la Cruz Roja, es de alrededor de 25.000 personas: una por cada 230 habitantes, el promedio más alto del mundo. A pesar de que el minado se llevó a cabo en 18 provincias, 3 han sido las más afectadas: Banteay Meanchey, con 438 campos minados, correspondientes a 371 km²; Siem Reap, con 555 campos minados, correspondientes a 550 km²; y Battambang, la región más afectada, con 475 campos minados, correspondientes a 774 km² (anexo 1).

En Colombia una de las zonas que más ha sufrido este flagelo ha sido San Andrés de Tumaco, municipio del departamento de Nariño. Con 393 víctimas por minas antipersonas registradas desde 1990 hasta 2008, de las cuales 263 son civiles y 130 de la fuerza pública, Nariño es el departamento con mayor cantidad de víctimas civiles en el país para 2009 (Colombia sin Minas, 2009).

Tumaco tiene una población de casi 180 mil habitantes, constituida, principalmente, por afrocolombianos y por pueblos indígenas, y limita con Ecuador, frontera que tiene gran valor estratégico para las FARC. En efecto, los rebeldes pueden desplegarse en el vecino país, lo que dificulta la acción del Estado que los combate, pues los costos de traspasar la frontera interestatal, en un contexto de campaña contrainsurgente, son bastante altos en términos jurídicos y económicos[8] (Cabrera, 2012).

Para el caso de Camboya y Colombia, las minas antipersonas representan un tipo indiscriminado de violencia, caracterizado porque tiene al mismo tiempo un componente letal y otro no letal. El componente no letal del empleo de minas antipersonas es mucho más atribuible a la guerrilla de los Khmer Rouges, ya que su fin era debilitar al enemigo (a partir de la mutilación de los soldados oficiales) y aterrorizar a la población civil con su siembra. Por su parte, al ejército prooccidental, en la línea de Alonso (1995), tenía como objetivo retrasar al enemigo, a partir del sembrado defensivo de minas antipersonas en zonas de interés, para así obligarlo a tomar rutas diferentes, lo cual fortalecía los esquemas tácticos del ejército oficial.

En Colombia las minas antipersonas tienen como propósito causar terror y afectar a la población civil con fuertes consecuencias emocionales y físicas, sin olvidar que existen casos donde éstas han acabado con la vida de las personas. Como lo señala Alonso (1995), el principal objetivo del uso de las minas antipersonas es netamente estratégico, por lo que encauzan y retrasan la marcha del enemigo, generan su retirada y obstaculizan el apoyo logístico, y causan víctimas que generan un “efecto desmoralizador” en las fuerzas enemigas, lo que crea un sentimiento de temor sobre el territorio donde habita la población.

Las minas como repertorios mixtos de violencia

El anterior análisis refleja que los repertorios de violencia ofensivos o defensivos no son necesariamente excluyentes en los dos casos estudiados. Las minas antipersonas se presentaron, en ambos países, como repertorios mixtos, pues en algunas ocasiones fueron usadas como herramientas de guerra letales y ofensivas, mientras que en otras fueron empleadas con fines estratégicos y no letales.

De esta manera, se puede establecer que hay una similitud importante entre ambos casos: los repertorios de violencia con minas antipersonas son mixtos. Éstas pueden asesinar personas o mutilarlas pero dejarlas con vida, así que no son un repertorio estrictamente definido en términos letales. También es posible establecer que, en ambos países, estos artefactos no son exclusivamente empleados con fines ofensivos, pues uno de sus usos más importantes es el defensivo, a partir de estrategias militares que tienen como fin replegar al enemigo sin afectarlo físicamente. Las minas en Tumaco son consecuencia del repliegue de los grupos insurgentes hacia la frontera en los últimos años, mientras que las minas en Siem Reap, Battambang y Banteay Manchey son efecto del minado generalizado que se dio en todo el territorio camboyano luego del derrocamiento político de la guerrilla a finales de los años setenta.

Finalmente, es importante señalar que las minas antipersonas son mecanismos empleados tanto por ejércitos regulares como por grupos al margen de la ley, y para ambos bandos representan tanto un medio de defensa como uno de ataque indirecto al enemigo. Por otra parte, al ser armas que perduran en el tiempo y que afectan indiscriminadamente a la población, las organizaciones de la sociedad civil y algunos Estados se han preocupado por establecer convenios internacionales con el fin de controlar las zonas previamente minadas, prohibir el uso de estos artefactos en el futuro y otorgarle mayor protagonismo al tema en espacios multilaterales. Una posible inquietud a futuro sobre este tema tiene que ver con la reparación de las víctimas, ya que la naturaleza de las minas antipersonas hace que el repertorio de violencia sea de carácter mixto y que sus efectos sean complejos.


Referencias

Alonso, L. (1995). Enemigos invisibles, campos de la muerte. Las minas antipersonal (Informe N.o 13). Recuperado de http://www.seipaz.org/minas.htm#humanas

Cabrera, I. (2012). Conflictos armados en zonas de frontera. Análisis a partir del caso colombiano. En E. Bechara (Coord.), ¿Prolongación sin solución? Perspectivas sobre la guerra y la paz en Colombia (pp. 75-122). Bogotá: Universidad Externado de Colombia

Campaña Colombiana contra Minas [CCM] (2009). Panorama nacional de MAP y MUSE desde 1990. Colombia Sin Minas, 14, 4-5. Recuperado de http://es.scribd.com/doc/19496864/Colombia-Sin-Minas-Marzo-2009

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https://www.icrc.org/spa/resources/documents/misc/5tdmng.htm

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Fundación Ideas para la Paz [FIP] (2014). Dinámicas del conflicto armado en Tumaco y su impacto humanitario. Recuperado de http://cdn.ideaspaz.org/media/website/document/52f8ecc452239.pdf

Kalyvas, S. N. (2001). La violencia en la guerra civil. Esbozo de una teoría. Análisis Político, 42, 3-25.

Kalyvas, S. N. (2006). The logic of violence in civil war. Cambridge: Cambridge University Press.

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Molinares, C. & Reyes, E. (2013). Pobreza, debilidad institucional, cultivos ilícitos, tráfico de drogas y grupos armados ilegales en Buenaventura y Tumaco. Bogotá: Friedrich Ebert Stiftung en Colombia.

Mora, A. (2013). Análisis de la incidencia de armas no convencionales sobre la seguridad humana en las sociedades en post-conflicto. El caso de Camboya y las minas antipersonal Período de estudio: 1998-2008 (Tesis de maestría). Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, Bogotá. Recuperado de http://repository.urosario.edu.co/bitstream/handle/10336/4724/52739973-2013.pdf?sequence=1&isAllowed=y

Navas, E. & Guerras, L. A. (2012). La dirección estratégica de la empresa. Teoría y aplicaciones. Madrid: Civitas.

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Rey, F. & Pineda, L. F. (2013). Colombia: entre la crisis humanitaria y la esperanza de la paz (Informe .iecah. 1/2013). Madrid: Iecah. Recuperado de http://www.iecah.org/web/images/stories/publicaciones/informes/descargas/Informe8_2013.pdf

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United Nations Children Emergency Fund [UNICEF] (s. f.). UNICEF en situaciones de emergencia: minas terrestres. Recuperado de http://www.unicef.org/spanish/emergencies/index_landmines.html

[1]Landmine Monitor es la sección investigativa de las organizaciones no gubernamentales International Campaign to Ban Landmines (ICBL) y Cluster Munition, las cuales, a su vez, representan una coalición de más de 1400 organizaciones que trabajan a nivel local, nacional e internacional para la supresión de las minas antipersona. Para más información consultar: http://www.the-monitor.org/

[2] Bajo las enmiendas de 1996 al Protocolo sobre Prohibiciones o Restricciones del Empleo de Minas, Armas Trampa y otros Artefactos, se define la mina antipersonal como “toda mina concebida primordialmente para que explote por la presencia, la proximidad o el contacto de una persona y que incapacite, hiera o mate a una o más personas” (Comité Internacional de la Cruz Roja [CICR], 1996, art. 2, núm. 3).

[3] Es decir, hasta marzo de 2021.

[4] Instrumento jurídico internacional para promover la prohibición del uso, fabricación, almacenamiento y tráfico de minas antipersonas.

[5] Organización no gubernamental británica que se encarga de remover los escombros peligrosos de la guerra. Nació en 1988, cuando sus creadores, Guy Willoughby y Colin Mitchell, vieron el impacto de las minas antipersonas en Afganistán y en el Cuerno de África, donde empezaron a desarrollar sus primeros programas de limpieza de minas.

[6] El Plan Colombia es un acuerdo bilateral suscrito entre Estados Unidos y Colombia, mediante el cual el gobierno colombiano convino participar en la política norteamericana de erradicación de toda forma de producción, tráfico y consumo de drogas. A cambio, el gobierno estadounidense aportó recursos superiores a los 10.000 millones de dólares.

[7] Grupo de autodefensas colombianas. Su zona de influencia fue la llanura pacífica nariñense y el costado occidental del Macizo colombiano. El bloque BLS se desmovilizó en julio de 2005, cuando era comandado por Macaco, Julián Bolívar y Pablo Sevillano.

[8] Estos costos son especialmente altos en el caso de la relación entre Colombia y Ecuador, donde la fuerza pública colombiana protagonizó una incursión militar en Sucumbíos, a través de bombardeos, con el fin de atacar un campamento de las FARC ubicado allí. En dicha operación militar fue dado de baja Raúl Reyes, uno de los líderes de este grupo guerrillero (Cabrera, 2012).


Natalia Rojas Mateus
natalia.rojas02@est.uexternado.edu.co

Camilo Vizcaya Rodríguez
camilo.vizcaya@est.uexternado.edu.co

Noveno semestre
Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales

Revista Zero Online
ISSN electrónico: 2344-8431

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